Aguirre, la cólera de dios

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Aguirre, la cólera de dios
Director:
Werner Herzog

Título Original: Aguirre der Zorn Gottes / Año: 1972 / País: RFA / Productora: Werner Herzog Filmproduktion / Duración: 94 min. / Formato: Color - 1.33:1
Guión: Werner Herzog / Fotografía: Thomas Mauch / Música: Popol Vuh
Reparto: Klaus Kinski, Helena Rojo, Del Negro, Ruy Guerra, Peter Berling, Cecilia Rivera, Dany Ades, Armando Polanah
Fecha de estreno: 26/12/1972 (RFA)

“Los indios inventaron la leyenda de la tierra del oro, El Dorado, que estaría en los barrizales de las fuentes del Amazonas. A finales de 1560, partió desde la altiplanicie peruana una gran expedición española a las órdenes de Gonzalo Pizarro. El único testimonio de ella, que desapareció sin dejar rastro, es el diario de Fray Gaspar de Carvajal.”
 
Desde las primera imágenes de la larga caravana de expedicionarios descendiendo por las abruptas laderas de la cordillera andina (con la inquietante banda sonora de Popol Vuh de fondo – fotograma 1), Aguirre, la cólera de dios se presenta como la alucinante epopeya, no sólo de un grupo de hombres en busca del mítico Dorado, sino del propio rodaje de una de las más fascinantes aventuras de la historia del cinematógrafo.
 
En las antípodas de las acomodaticias producciones a base de chroma key de hoy en día (una plaga que ha desterrado el verdadero sentido de la aventura de las pantallas de cine), Herzog se erige en una especie de alter ego del tirano Aguirre sometiendo a su propio equipo a unas durísimas condiciones de trabajo para rodar la epopeya de los conquistadores como si uno más de sus documentales se tratara, hasta tal punto que se hace prácticamente imposible discernir si algunos de los episodios del film estaban previstos en el guion o sucedieron realmente como accidentes del rodaje. Tal como sentencia el director en uno de los preceptos de su famoso decálogo cinematográfico: “Estarás preparado para lo inesperado. Eso sólo se logra a través de la experiencia de vida. Quizás los que son religiosos tengan cierta fortaleza, porque pueden recurrir a un poder que está por detrás y por encima de ellos: Dios. Pero como no soy religioso, no tengo a nadie. No hay consuelo, no hay nadie, y el dinero nunca resuelve ningún problema. Lo que resuelve los grandes problemas es la fe. La fe mueve montañas; no el dinero. Tienen que pensar lo impensable cuando empiezan una película. Piensen en todo lo que pueda salir mal. En general, cuando uno está filmando una película, todo sale mal. Estén preparados”. No cabe duda que Herzog siguió al pie de la letra sus palabras en el rodaje de Aguirre.
 
La película se centra en los dos meses de expedición en busca del Dorado de los cuarenta hombres que Pizarro (Alejandro Repullés) decide mandar como avanzadilla al grueso de su destacamento. Una expedición capitaneada por Don Pedro de Ursúa (Ruy Guerra), con Lope de Aguirre (Klaus Kinski) como segundo al mando, el representante de la corona española, Don Fernando de Guzman (Peter Berling - al que Herzog muestra desde el principio como un patán únicamente interesado por la comida -) y el sacerdote Gaspar de Carvajal (Del Negro), como máxima autoridad eclesiástica (autor del diario sobre el cual se inspira el director, aunque en realidad el texto original describe una expedición que tuvo lugar veinte años antes que la de Lope de Aguirre).
 
Desde el momento de la partida de las tres balsas en su descenso por el Amazonas, Herzog consigue transmitir la inquietante atmósfera en que se sumergen los expedicionarios mediante lentos travellings circulares alrededor de las frágiles embarcaciones en su trayecto hacia lo desconocido (fotograma 2 - unas imágenes que muy probablemente habrían de inspirar a Francis Ford Coppola para la posterior Apocalipse Now).
 
Muy pronto, asistimos ya al primer enfrentamiento entre Ursúa y Aguirre, cuando, tras fallecer los tripulantes de una de las balsas por el ataque de los indígenas, y para evitar retrasar la expedición, Aguirre ordena lanzar un cañonazo contra la balsa para impedir que se dé sepultura a los cadáveres. Poco después, cuando Ursúa decide desistir de su empresa y volver al encuentro de Pizarro, Aguirre se rebela y toma el mando de la expedición, haciendo prisionero a su contrincante, con la complicidad interesada de la autoridad religiosa (“Ya sabes hija mía, que para mayor gloria de nuestro señor, la iglesia siempre está al lado de los más fuertes” le confiesa sin rubor fray Gaspar a la esposa de Urzúa, doña Inés - Helena Rojo).
 
“Yo soy el mayor traidor. No debe haber ninguno mayor. El que piense en huir será convertido en 190 pedazos. Y éstos serán pisoteados hasta que se puedan untar en la pared. El que coma un grano de más de maíz o beba una gota de agua de más será encarcelado durante 155 años. Si quiero que caigan muertos los pájaros de las copas de los árboles los pájaros caen muertos de los árboles. Yo soy la cólera de Dios. La tierra que piso me ve y tiembla”. De la mano de Herzog, Klaus Kinski nos brinda uno de los más terroríficos retratos del poder ejercido desde la demencia más devastadora.
 
Obsesionado por la leyenda del Dorado, Aguirre ordena proseguir la expedición reprimiendo brutalmente cualquier intento de amotinamiento de una tripulación cada vez más diezmada: “Yo, la cólera de Dios, me casaré con mi propia hija, y con ella fundaré la dinastía más pura que jamás haya visto la tierra. Resistiremos. Yo soy la cólera de Dios. ¿Quién está conmigo?”. La imagen de Aguirre deambulando por la balsa sembrada de cadáveres, emperador del ejército de primates que se adueña de la frágil embarcación (fotograma 3), será el impresionante colofón de este viaje hacia los abismos de la locura.
 
David Vericat
© cinema esencial (septiembre 2014)
 
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VER EN FILMIN
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VÍDEOS: 
Trailer (V.O.S.I.)

Comentarios

Siendo un ferviente admirador de Herzog (Enigma KHauser, Stroszek, Woyzeck, Fitzcarraldo,EnanosPequeños,...) si tuviera que llevar solamente uno de WH a una isla desierta, probablemente elegiría Aguirre.

Plenamente de acuerdo ;-)

una muestra que fusiona la naturaleza indómita de la selva peruana, con el espíritu de arrojo total frente a lo desconocido por parte de los expedicionarios del lejano siglo xv.

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