El día de los tramposos

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El día de los tramposos
Director:
Joseph L. Mankiewicz

Título Original: There Was a Crooked Man / Año: 1970 / País: EStados Unidos / Productora: Warner Bros. Pictures / Duración: 123 min. / Formato: Color- 2.35:1
Guión: Robert Benton & David Newman / Fotografía: Charles Strouse / Música: Harry Stradling Jr.
Reparto: Kirk Douglas, Henry Fonda, Hume Cronyn, Warren Oates, Burgess Meredith, John Randolph, Arthur O'Connell, Alan Hale
Fecha estreno: 19/09/1970 (Francia) / 25/12/1970 (USA)

"Érase una vez, cuando los ríos eran cristalinos,
y el aire del valle era fresco y limpio,
había un hombre deshonesto,
iba por un camino deshonesto,
 y siempre llevaba una sonrisa deshonesta.
De todos los hombres deshonestos, en el Oeste deshonesto,
este hombre fue el más deshonesto."
 
Confieso que me acerqué con cierta prevención a la revisión de El día de los tramposos, un título instalado en mi memoria afectiva entre los más apreciados de su director, al que no había regresado desde hacía varios lustros (en las memorables sesiones del Sábado Cine de Televisión Española), y con el que temía encontrarme un film de trucos gratuitos y los habituales tics de puesta en escena tan característicos de la década de los setenta. Nada más lejos de la realidad: el penúltimo título de Mankiewicz se mantiene como un excelente y atípico western carcelario, con una sobria puesta en escena y un esmeradísimo trabajo de personajes que se sitúa, para mi gusto, muy por encima del celebrado último trabajo del director, La huella (si se me permite, un film bastante más tramposo que el protagonista del título que nos ocupa, según la particular versión para su distribución en España).
 
La secuencia inicial (tras los sugerentes títulos de crédito con el espléndido tema musical que da título al film) del asalto de la banda de Paris Pitman, Jr. (Kirk Douglas) a la residencia de Mr. Lomax (Arthur O'Connell) es ejemplar, tanto en lo que se refiere a la presentación del protagonista, un individuo sin escrúpulos que observa impertérrito como sus cómplices caen abatidos en plena huida para quedarse así con todo el botín (el hombre deshonesto o perverso al que alude el título original del film), como por la exposición del tono entre irónico y cínico que va a dominar la película (empezando por la actitud hipócrita de la sirvienta negra, a la que vemos en la cocina con expresión de hastío justo antes de irrumpir en el salón con falso alborozo para servir la cena a los señores - fotograma 1). Un tono que sirve a Mankiewicz para proponer una mirada poco frecuente sobre escenarios y personajes característicos del género (sin caer por ello en ningún momento en el estilo caricaturesco del spagetti western) abordando de manera aparentemente desenfadada temas nada menores como el de la delgada línea que separa el bien y el mal  en una sociedad regida por valores tan poco edificantes como los del puritanismo, la hipocresía, o la codicia.
 
Tras cuatro secuencias prólogo en la que presenciamos las circunstancias por las que Pitman y los que van a ser sus compañeros de celda son juzgados por sus respectivos delitos, el film se desarrolla enteramente en la cárcel territorial en la que éstos son confinados; una fortaleza plantada en medio del desierto de la que parece imposible escapar (fotograma 2) y sometida al yugo de su corrupto director, LeGoff (Martin Gabel), y el jefe de vigilancia, Skinner (Bert Freed), siniestro oficial a la caza de jóvenes reos a los que hacer la vida un poco menos dura a cambio de sus favores sexuales (el de la homosexualidad será, de hecho, otro de los temas que la película aborda sin demasiados complejos, contraponiendo a la despreciable actitud de Skinner, la peculiar relación de amor odio entre la pareja de timadores formada por Dudley - Hume Cronyn - y Cirus - John Randolph - fotograma 3). Y será justamente el castigo que Skinner impone al joven Coy (Michael Blodgett), lo que provocará el amotinamiento que acabará con la vida de LeGoff a manos del gigantón Ah-Ping (C.K. Yang) y la consecuente llegada del ex-sheriff Lopeman (Henry Fonda) como nuevo director de la prisión.
 
“¿Por qué tratas de parecer un hijo de puta?”, le pregunta en un momento Lopeman a Pitman, después de que éste rechace poner su liderazgo al servicio de las ansias reformistas del nuevo director; y la respuesta de éste no puede ser más sincera: “Porque lo soy. Es mi profesión, y soy uno de los mejores” (lo que no impedirá que finalmente Pitman acceda a interceder para que todos los presos se bañen, a petición de Lopeman, dando lugar a una de los pocos momentos de complicidad entre los dos protagonistas, al acabar bañándose también ellos uno al lado del otro al final de la jornada – fotograma 4). Ciertamente, sin obviar la perversa actitud moral del protagonista, cabría sin embargo calificar a Pitman como un personaje “honesto en su deshonestidad”, teniendo en cuenta la naturalidad con la que expone su peculiar código de conducta, en una posición en todo caso mucho más franca que la de los integrantes de la ley y el orden, de moralidad sólo aparentemente intachable (desde los mencionados LeGoff y Skinner hasta el propio Lopeman, personaje que parece ocultar bajo su sempiterno traje negro un pasado con no pocas sombras). Piénsese, en este sentido, en el instintivo gesto de Pitman para evitar que Coy sea testigo de la ejecución de un reo en el patio de la prisión (Coy está también condenado a la pena capital): quizá el único momento espontáneo del protagonista (siempre frío y calculador en su deshonestidad) y precisamente el gesto más noble de cualquiera de los personajes en toda la película (fotograma 5).
 
Será, en todo caso, la única concesión del protagonista, al que su desmesurada ambición le llevará a traicionar de manera implacable a todos sus compañeros de celda (también al propio Coy, escudándose de nuevo en su particular código de conducta: “Le ahorcan la semana que viene ¿Qué más da? Al menos ahora tiene una oportunidad”) con el fin de poder huir en solitario y recuperar el botín que dejó custodiado por un puñado de víboras ante las que, finalmente, acabará recibiendo un trato a la altura de su catadura moral.
 
David Vericat
© cinema esencial (julio 2015)

VÍDEOS: 
Canción de apertura "The crocked man"
Trailer (V.O.I.)

Comentarios

Magnífica y Completa Reseña de una Película que me encanta, sólo he echado de menos el apunte de las gafas sin cristales de Douglas, quizá para hacerse el intelectual, menudo puntazo, era un auténtico Tramposo, si señor .

Valiosísimo detalle. Gracias por el comentario!

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