La pícara puritana

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La pícara puritana
Director:
Leo McCarey

Título Original: The Awful Truth / Año: 1937 / País: USA / Productora: Columbia Pictures /  Duración: 91 min. / Formato: BN - 1.37:1
Guión: Viña Delmar (Obra: Arthur Richman) / Fotografía: Joseph Walker / Música: Ben Oakland
Reparto: Cary Grant, Irene Dunne, Ralph Bellamy, Alexander D'Arcy, Cecil Cunningham
Fecha estreno:  02/10/1937

The Awful Truth fue inicialmente una obra teatral de Arthur Richman y ya antes de la adaptación de McCarey había dos filmes basados en ella: una versión silente de 1925 protagonizada por Warner Baxter, y una cinta de 1929 con Henry Daniell e Ina Claire, dirigida por Marshall Neilan. Harry Cohn tenía los derechos de esa última versión y le entregó el guion a Leo McCarey para que hiciera un remake. El director lo leyó, lo tiró a la basura y llamó a la escritora y dramaturga Viña Delmar (que había hecho el guion de Dejad paso al mañana) para que entre los dos rescribieran esta historia, incluso incluyendo aspectos autobiográficos de McCarey. Estaban creando un clásico del screwball, las comedias de enredo de los años treinta y cuarenta.
 
Sin embargo el esbozo con el que McCarey aparecía cada día en el plató era apenas una guía mínima sobre la cual les pedía a los actores improvisar los diálogos y el accionar. Sobre su estilo McCarey afirmaba tener “una teoría que llamo de la inevitabilidad de los eventos. La idea es que si algo ocurre, otra cosa inevitablemente fluye a partir de ahí, como la noche sigue al día; los eventos están unidos. Siempre desarrollo mis historias de esa forma, en una serie de incidentes que se suceden y se provocan uno al otro. Realmente nunca tengo intrigas” (1).
 
La producción, que tuvo lugar entre el 21 de junio y el 17 de agosto de 1937, se convirtió en un calvario para Cary Grant, que no logró adaptarse al método de MCarey y se tornó inseguro, huraño y ansioso. Es más, fue donde Harry Cohn y luego de pedirle infructuosamente que le dejara intercambiar papeles con Ralph Bellamy, le llevó un memorando de ocho páginas en el que describía los fallos del filme y le ofreció cinco mil dólares para que lo retirara de la película. McCarey se enfureció al saber eso y le dijo a Cohn que pondría otros cinco mil dólares para sacar al actor del filme. Grant se quedó en The Awful Truth, pero las relaciones entre él y el director jamás fueron buenas. Incluso McCarey dejó de hablarle.
 
Lo más llamativo es que todas las fuentes coinciden en que Leo McCarey fue el gran mentor de la carrera de Cary Grant a partir de lo hecho en este filme. No solo había algo de similitud entre el apellido del director y el nombre del actor, sino que además existía un curioso parecido físico entre ambos. McCarey ayudó construir la personalidad fílmica de Cary Grant, a que aprovechara sus dotes cómicas y que aprendiera a burlarse de sí mismo. “Paradójicamente, el talento para la comedia de McCarey y su inteligencia cinematográfica ayudaron a que Grant, pese a sus reparos, lograra que sus características personales se fundieran en un personaje redondo” (2), escribe el biógrafo Marc Eliot. El Cary Grant comediante, tal como lo conocemos, surgió a partir de The Awful Truth.
 
La película arranca in medias res, sin mayores explicaciones: un hombre, Jerry Warriner (Cary Grant), ha fingido irse unos días a la Florida por asuntos de negocios, pero en realidad se quedó en Nueva York y ahora necesita simular un bronceado que no tiene y conseguir una cesta de naranjas para llevar a su esposa Lucy (Irene Dunne). Ella, sin embargo, no está en casa. Aparecerá más tarde acompañada de su apuesto profesor de canto, Armand Duvalle (Alexander D'Arcy), pues debieron pasar la noche en una posada, ante la supuesta avería del automóvil que debía traerlos de una fiesta. “No se puede estar felizmente casado si siempre sospechas del otro”, le dice Lucy a Jerry, para añadir más tarde “No puede haber dudas en el matrimonio. Todo se basa en la fe. Si pierdes eso, pierdes todo” (estas frases la va repetir Jerry al final de la película, pero dirigidas a una mujer que pretende). Aunque la cinta no lo hace explicito, es posible que alguno de los dos, o ambos hayan sido infieles (fotograma 1).
 
Sin muchos preámbulos se llega a un juicio de divorcio, cuyo fallo definitivo se dará en 90 días. La custodia de Mr. Smith, el foxterrier de la pareja, queda en manos de Lucy. Lo que sigue son los intentos de ella por rehacer su vida junto a un tosco magnate tejano, Daniel Leeson (Ralph Bellamy), y las interferencias al respecto, aparentemente involuntarias, de Jerry. Luego es Jerry el que quiere tener una relación con una adinerada debutante y ahora es Lucy, arrepentida de la separación, la que quiere impedirlo. Creo que es fácil sospechar hacia donde se dirige todo, pues The Awful Truth es un ejemplo de las “comedias de rematrimonio”, un término acuñado por el filósofo Stanley Cavell en su texto de 1981, Pursuits of Happiness: The Hollywood Comedy of Remarriage. Este subgénero de la comedia les permitía a los guionistas jugar con los límites de la censura y hacer que los personajes de los filmes (en proceso de divorcio) se involucraran con terceros sin la sombra del adulterio sobre sus cabezas.
 
La película es una comedia de salón, cuyo accionar está situado mayoritariamente en apartamentos y en la sala de estar y en las habitaciones de los mismos. Puertas que se abren y se cierran (fotograma 2), visitas inesperadas, encuentros sorpresa y equívocos son el material con el cual se construye una comedia de situaciones que es más verbal que física (aunque Cary Grant tiene oportunidad de demostrarnos su habilidad para el slapstick puro – fotograma 3) y que está organizada en forma de secuencias que funcionan como set pieces tan individuales como imprescindibles: el comparecer ante el juez, el show en el salón de baile, el recital de canto, o el juego de Mr. Smith con el sombrero (que dará lugar a uno de los gags más desternillantes de la película, con Jerry poniéndose por error el enorme sombrero de su contrincante – fotograma 4). Tan sublimado es el accionar para lograr el efecto cómico, que los personajes nunca están trabajando o haciendo algo útil: siempre están dispuestos a salir a un sitio elegante, a una cena o a un baile. McCarey evita las transiciones, lo que ocurre siempre deriva en algo más elaborado y que se suma a lo ya visto, tal como describió en su teoría de “la inevitabilidad de los eventos”. Lo que es asombroso es el control interno de la puesta en escena, considerando su método que dependía de la improvisación. “No es una mala actuación para no haber ensayado”, le dice Jerry a Armand, el profesor de canto de su esposa. Parecen palabras de Cary Grant dirigidas a él mismo durante el rodaje.
 
Milagros y misterios aparte, lo que queda es una comedia absolutamente brillante. Irene Dunne y Cary Grant parecen haber estado esperando toda su carrera esta oportunidad de brillar juntos en medio de una situación –quizá arriesgada para la época- pero manejada desde las alturas de un humor finísimo, elaborado con una inteligencia verbal más que notable. The Awful Truth hace parte desde 1996 del Nacional Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. La terrible verdad es que esta película es mucho mejor que otras comedias con más prestigio.
 
Juan Carlos González A.
© cinema esencial (septiembre 2017)
(Reseña original en tiempodecine.co)
 
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1. Peter Bogdanovich, Who the Devil Made It: Conversations with Legendary Film Directors, Nueva York, Random House, 2012, p.
2. Marc Eliot, Cary Grant. La biografía, Barcelona, Lumen, 2007. p. 180

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