Hiroshima, mon amour
Hiroshima mon amour discurre en dos líneas, como las llama Esteve Riambau, “temporoespaciales”: el presente en Hiroshima y el pasado en Nevers. Dos situaciones delimitadas como sucede en otras películas de Alain Resnais, como Muriel (1963) o Stavisky (1973), que acaban por confluir en una explosión de memoria y olvido que permite, quizás, relacionar lo colectivo (bomba y guerra mundial) con el drama particular del personaje femenino (Emmanuelle Riva).