El tiempo de los gitanos

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El tiempo de los gitanos
Director:
Emir Kusturica

Título Original: Dom za Vesanje / Año: 1989 /  País: Yugoslavia / Productora: Forum Film / Sarajevo TV / Duración: 142 min. / Formato: Color - 1.85:1
Guión: Emir Kusturica, Gordan Mihic. / Fotografía: Vilko Filac / Música: Goran Bregovic
Reparto:  Davor Dujmovic, Bora Todorovic, Ljubica Adzovic, Husnija Hasmovic, Sinolicka Trpkova, Zabit Memedov, Elvira Sali
Fecha de estreno: 21/12/1988 (Yugoslavia)

Las primeras imágenes de El tiempo de los gitanos, con un peculiar personaje hablando a cámara, recuerdan inevitablemente el arranque de Amarcord (Federico Fellini, 1973), película con la que la obra de Kusturica guarda no pocas similitudes, sobre todo en sus momentos más tragicómicos (concentrados en la primera parte del film). Estamos en todo caso ante una obra que bebe de múltiples referencias, que van del Buñuel de Los olvidados al realismo mágico de García Márquez, sin dejar por ello de mostrar en todo momento la personalidad única y originalísima de su director.
 
Después de un magistral plano secuencia en el que la cámara se mueve por todo el campamento gitano presentando el espacio y a los personajes, el film prosigue con el encuentro de Perhan (Davor Dujmovic) con la bella Azra (Sinolicka Trpkova), en el que el protagonista, ajeno a las insistentes insinuaciones de la joven (“¿sabes besar?”), le explica a el proceso de fabricación de la cal. Es, como se ha dicho, la parte más vitalista y cómica de la película, con personajes tan estrambóticos como entrañables y secuencias de un humor que va del absurdo a lo grotesco: el tío de Perhan, Merdzan (Bora Todorovic), haciendo estrafalarios ejercicios de arte marcial mientras una vecina se queja ante la abuela Khaditza (Ljubica Adzovic) por los devaneos de éste con su hija; el vecino  Zabit (Zabit Memedov) ordenando detenerse a una lata que Perhan mueve gracias a sus poderes de telequinesis; Merdzan imitando a Charlot en una peculiar y entrañable sesión de cine casero ante Khaditza y la pequeña Danira (Elvira Sali) (fotograma1); el padre de Azra colgando a su pesada esposa de un gancho como represalia a sus quejas; o el intento de suicidio de Perhan, ahorcándose con la cuerda de un viejo campanario y haciendo repicar las campanas en plena noche.
 
Este tono desenfadado tendrá su punto de inflexión en la primera de las secuencias oníricas de la película: una escena en la que vemos a Azra adentrándose en las aguas de un río, observada por un impotente Perhan en la orilla y por el rostro lloroso de la abuela Khaditza. Las imágenes en el río, reforzadas con la bellísima canción popular Ederlezi, adaptada por Goran Bregovic en la espléndida banda sonora de la película, nos avanzan ya el fatal destino que les espera a los jóvenes amantes (fotograma 2). Un destino que parece marcado por la triste historia de la madre de Perhan, fallecida al dar a luz a la pequeña Danira (“Abuela, ¿es cierto que mi madre era muy bella?”; “Como una ninfa. Murió en mis brazos, tan joven y bella”).
 
Y la comedia se convierte definitivamente en tragedia a partir de la llegada al campamento del despreciable Ahmed (Bora Todorovic), un mafioso explotador de menores que se llevará a los dos hermanos con la excusa de dejar a la pequeña Danira en un hospital de Liubliana para que sea tratada de su cojera.
 
Antes, otra disparatada secuencia en la que, de nuevo, el humor vira hacia la tragicomedia hasta helar la sonrisa del espectador: amenazado por los sicarios de Ahmed por sus deudas de juego, y como represalia por no conseguir dinero de Khaditza, Merdzan levanta físicamente las frágiles paredes de la vivienda de la familia (atando el techo con una cuerda de la que tira con una vieja furgoneta) dejando la casa suspendida en el aire y a la abuela y sus dos nietos a la intemperie. La imagen de Khaditza explicando a la pequeña Danira un bello cuento bajo la intensa lluvia es otro de los estremecedores momentos de la película.
 
Como lo es también la escena de la partida de los dos hermanos, repleta de imágenes conmovedoras: la improvisada banda callejera tocando una triste canción de despedida, Merdzam haciendo un gesto chapliniano de despedida a la pequeña Danira, la abuela Khaditza preparando en una fiambrera una manzanas caramelizadas, y el llanto de Perhan al abrir la fiambrera, ya en el interior del vehículo de Ahmed.
 
Una vez en Italia, la película se centra en la ascensión de Perhan a las órdenes de Ahmed, hasta el punto de convertirse en su principal hombre de confianza, tras un ataque que deja al mafioso postrado en una silla de ruedas. Es ésta la parte de imágenes más duras (también la que muestra algunos desequilibrios de guion, probablemente a causa de la adaptación por la que pasó la película, originalmente una serie para televisión de alrededor de cinco horas de duración), aun cuando Kusturica se reserva todavía algunos momentos de humor grotesco, como la escena en que Ahmed obliga a los mendigos a saltar para comprobar si se han guardado alguna moneda para ellos.
 
Son únicamente breves momentos de tregua previos al drama final que nos deparará algunas de las más bellas y emotivas imágenes de la cinematografía europea de finales del siglo XX: la muerte durante el parto de la joven Azra (fotograma 3), el reencuentro de Perhan con la pequeña Danira, y el entierro del protagonista (abatido a tiros tras vengarse de Ahmed), en presencia de la abuela Khaditza y el pequeño Perhan, al que vemos comiendo una de las manzanas caramelizadas como las que la abuela preparó para su padre el día de su partida (fotograma 4)
 
David Vericat
© cinema esencial (febrero 2014)

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