Título Original: Lucky Star / Año: 1929 / País: Estados Unidos / Productora: Fox Film Corporation / Duración: 90 min. / Formato: BN - 1.33:1
Guión: Sonya Levien (Historia: Tristram Tupper) / Fotografía: Chester A. Lyons, William Cooper Smith / Música: Christopher Caliendo (versión restaurada)
Reparto: Janet Gaynor, Charles Farrell, Guinn 'Big Boy' Williams, Paul Fix, Hedwiga Reicher, Gloria Grey, Hector Sarno
Fecha de estreno: 20/07/1929 (NY)
Si la principal intención a la hora de crear esta página personal fue la de conseguir grabar en la memoria la esencia formal y temática de los grandes creadores de imágenes de la historia del cine, no es menos cierto que otra gran motivación es también la de descubrir alguna de las grandes obras de esos creadores que en mi caso permanecen todavía inéditas (ya sea por descuido, ya sea por tratarse realmente de películas que dormitan, todavía hoy en día, prácticamente en el anonimato). Y no cabe duda que el placer de este segundo caso es igual o incluso mayor que el que proporciona la revisión de las obras maestras ya conocidas, como he podido comprobar recientemente con el visionado de la extraordinaria Lucky Star, un film de 1929 que se creía perdido hasta el hallazgo, en 1989, de una copia en perfecto estado de conservación en la filmoteca de Amsterdam que permitió rescatar del olvido la que ya es para mí la gran obra maestra de Frank Borzage (lo que es lo mismo que decir una de las grandes obras del cine mudo y, por extensión, de la historia del cine).
A la sombra de sus dos grandes éxitos anteriores, El séptimo cielo (1927) y El ángel de la calle (1928), obras estas sí plenamente reconocidas en su momento (las tres compartiendo la misma pareja protagonista), parece ser que la efímera notoriedad de Estrellas dichosas en el momento de su estreno se debió simplemente al hecho de tratarse del primer film con fragmentos sonoros de la Fox, aunque la copia que conocemos en la actualidad es enteramente muda (con el añadido de una excelente banda sonora musical de Christopher Caliendo para la versión restaurada) y, de hecho, contiene lo mejor de la etapa silente del cinematógrafo en cuanto a puesta en escena y recursos narrativos.
El film se rodó enteramente en decorados construidos en la Movietone City, el gran estudio que William Fox había construido cuatro años antes al oeste de Beverly Hills, lo que permitió a Borzage un absoluto control de la iluminación con el que consiguió conferir a la película una asombrosa atmósfera de tintes oníricos (tal como escribió el crítico y biógrafo de Borzage, Hervé Dumont: “la historia de Lucky Star tiene lugar en un escenario poético que pertenece únicamente a Borzage, en paisajes reconstruidos como en un sueño”). Esta atmósfera de ensueño queda ya perfectamente patente desde el arranque de la película, con el plano exterior de la granja de la viuda Tucker (Hedwiga Reicher) en el que vemos a través de una de las ventanas la tenue luz de un candil a manos de la joven Mary (fotograma 1 - Janet Gaynor, en la que es para mí la mejor interpretación de su carrera, por encima incluso de sus celebrados trabajos en Amanecer, de Murnau, y las citadas, El séptimo cielo y El ángel de la calle, del propio Borzage). Un elemento, el de la ventana, que se erigirá como bellísimo leitmotiv para narrar la evolución de la relación sentimental de Mary Tucker y Timothy Osborn (Charles Farrell), como iremos viendo más adelante.
La historia a partir de este momento no puede ser más sencilla: después de un primer encuentro entre los dos protagonistas (en el que la joven Mary va a vender leche a la brigada de obreros de la empresa telefónica en la que trabaja Tim y éste le reprende por intentar estafar al capataz Martin Wrenn - Guinn 'Big Boy' Williams -, futuro y perverso rival sentimental del protagonista), el film da un quiebro con la noticia del estallido de la Primera Guerra Mundial, de la que el joven soldado regresará postrado en una silla de ruedas. El reencuentro de la pareja supone uno de los primeros grandes momentos de la película: primero, con la imagen de la silueta de Tim que Mary observa (cómo no) a través de la ventana de la vivienda del protagonista (fotograma 2 - desconociendo todavía las trágicas circunstancias del veterano recién repatriado); seguidamente, en el instante en que, desde el dintel de la puerta de entrada, la joven descubre a Tim en su silla de ruedas (dejando caer, desconcertada, la piedra que pretendía lanzarle como venganza por su enfrentamiento en su primer encuentro); y finalmente, cuando una inocente Mary observa maravillada la destreza de los movimientos de Tim desplazándose sobre su silla de ruedas, en el que será el primer momento de complicidad de la pareja (fotogramas 3 y 4).
“¿Vendrás otra vez mañana? ¿Y al día siguiente? ¿Y todos los días?”, le suplica Tim a la joven, al finalizar la velada, mientras la observa alejándose a través de la ventana, dando inicio a una relación de amistad que no se transformará en amorosa hasta que Tim tome consciencia de que Mary no es simplemente una niña. Este proceso de transformación de la protagonista a través de la mirada de Tim es justamente uno de los puntos de mayor interés de la película (y uno de los grandes méritos del memorable trabajo de Janet Gaynor), lo que dará lugar a otras dos secuencias absolutamente magistrales: la primera, durante el aseo de Mary a manos de Tim (iniciada con un inolvidable lavado de pelo a base de huevos - fotograma 5), que culminará con el magnífico plano de la joven lavándose finalmente a resguardo de la mirada del protagonista (fotograma 6 - una vez que éste le haya preguntado su edad y, ante la respuesta de Mary – “casi dieciocho” – caiga en cuenta de la comprometida situación que ha provocado); la segunda, cuando Mary acude a casa del protagonista antes de asistir al baile del pueblo para ponerse el vestido que se ha comprado para la ocasión: la imagen de Mary, apareciendo tras la puerta de la habitación con el vestido nuevo, ante la mirada embelesada de Tim (fotograma 7 - ¿acaso habría visto Hitchcock esta escena, antes de rodar la famosa aparición de Kim Novak ante James Stewart en Vértigo?), y el posterior abrazo de la joven, en el que será el primer contacto físico de la pareja (fotograma 8), es sin lugar a dudas uno de los momentos más sublimes de la película.
Hay muchos otros momentos inolvidables: Tim intentando ponerse en pie y caminar con la ayuda de unas muletas, después de que Mary le abandone para ir al baile (fotograma 9); el desayuno de la pareja en la mesa que Tim sitúa justo bajo el dintel de la puerta de entrada de su vivienda (para no contravenir la prohibición de la madre de Mary de volver a poner los pies en casa de “ese lisiado”); el plano de Mary al pie de la ventana (fotograma 10), esperando en vano la llegada de Tim (después de que éste le haya prometido interceder ante su madre); y, por supuesto, el catárquico desenlace (que me abstendré de desvelar), son sólo algunos ejemplos que hacen de Lucky Star un auténtico festín para cazadores de lo sublime en la pantalla del cinematógrafo.
David Vericat
© cinema esencial (marzo 2015)
----------------------------------------------
VER EN FILMIN
----------------------------------------------