Laura
“Jamás olvidaré el fin de semana en que murió Laura. Un sol plateado ardía en el cielo como una enorme lupa. Fue el domingo más caluroso que recuerdo. Me sentía como si fuera el único ser humano que quedaba en Nueva York. Porque me sentí solo cuando murió Laura. Yo, Waldo Lydecker, fui el único que la conoció de veras”