Título Original: Rio Bravo / Año: 1959 / País: Estados Unidos / Productora: Warner Bros. Pictures / Duración: 141 min. / Formato: Color - 1:85:1
Guión: Leigh Brackett & Jules Furthman (Historia: B. H. McCampbell) / Fotografía: Russell Harlan / Música: Dimitri Tiomkin
Reparto: John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson, Angie Dickinson, Walter Brennan, Ward Bond, John Russell, Claude Akins, Bob Steele, Estelita Rodriguez
Fecha estreno: 18/03/1959 (NY)
“La historia de un hombre resulta bastante aburrida, pero la historia de una amistad es algo que te permite hacer las mejores escenas”
Howard Hawks
Si la filmografía de Howard Hawks está repleta de ejemplos que corroboran sus palabras (no en vano la amistad es uno de los temas esenciales de su obra), la magnífica secuencia inicial de Río Bravo es seguramente la quintaesencia de esta máxima (fotograma 1). Prescindiendo absolutamente de diálogos, Hawks expone en el arranque de esta western magistral el tema principal de la película (que no es otro, una vez más, que el de la amistad), a la vez que fija la mínima trama argumental que va a servir de marco a la historia de la relación entre el Sheriff John T. Chance (John Wayne) y el ‘borracho’ Dude (Dean Martin). Una trama argumental que se puede resumir en pocas palabras: un grupo de hombres custodian a un rico terrateniente acusado de asesinato para impedir que sea liberado antes de la llegada de la autoridad estatal.
La alusión al grupo no es obviamente casual: las películas de Hawks se caracterizan justamente por la obsesiva presencia de un ‘grupo de hombres’ que deben llevar a cabo alguna acción determinada (casi siempre una labor profesional). Esto es así en títulos de géneros tan dispares como el drama (Sólo los ángeles tienen alas), el cine de aventuras (Hatari), la comedia (Bola de fuego) el Péplum (Tierra de faraones) y, por descontado, el western. En Río Bravo, además, Hawks se sirve de la férrea estructura argumental de la historia para encerrar literalmente al grupo protagonista entre las cuatro paredes de la pequeña cárcel en la que deben custodiar a su prisionero, lo que permite al director una minuciosa exposición de las relaciones profesionales y de amistad entre los personajes.
Además del "borrachon" Dude, el "viejo cojo" Stumpy (Walter Brennan) y el joven pistolero Colorado Ryan (Ricky Nelson) son los únicos ayudantes con los que cuenta Chance para vigilar a Joe Burdette (Claude Atkins). Significativamente, el Sheriff establece una especial relación con cada uno de estos tres personajes: de amistad con Dude, de fidelidad con Stumpy y profesional con Colorado; siendo la primera de éstas, como ya hemos dicho, la que lleva el peso principal de la película (de hecho, es justamente la amistad de Chance hacia Dude la que desencadena la pelea inicial que finaliza con el asesinato cometido por Joe Burdette). Así, además de la comentada secuencia inicial, los mejores momentos de la película son los que se centran en esa relación de amistad entre los dos personajes principales: Chance observando con preocupación a Dude en pleno síndrome de abstinencia (y proponiéndole salir a hacer una ronda de vigilancia para mantenerlo ocupado), o el magnífico detalle en el que Chance le ofrecerle su cigarrillo a Dude al ver que éste es incapaz de liar el suyo (fotograma 2). Por no hablar de la secuencia en la que los dos amigos entran en el saloon en busca del asesino de Pat Wheeler (Ward Bonb), al que Dude asegura haber visto entrar en el local: una escena que reproduce la situación del inicio de la película (el gesto humillante de la moneda en la escupidera) pero que esta vez va a tener un desenlace completamente distinto, con la restauración de la dignidad de Dude ante la orgullosa mirada de Chance (significativamente, Hawks no nos muestra al pistolero recogiendo la moneda de la escupidera, sino a Dude observando la acción). Las palabras de Chance a Dude al final de esta secuencia ("creo que a partir de ahora podrás entrar por la puerta principal") suponen toda una declaración de confianza (personal y profesional) del Sheriff hacia su ayudante y amigo, y el inicio del proceso de rehabilitación de éste último.
Pero si las relaciones entre el grupo de hombres están marcadas por la amistad, la confianza y la fidelidad, la que vemos entre el protagonista y la joven Feathers (Angie Dickinson), una jugadora de cartas recién llegada al pueblo, se moverá en el terreno mucho más ambivalente de la curiosidad, el miedo y la desconfianza (fotograma 3). No en vano, Chance atribuye el alcoholismo de Dude a las consecuencias de la relación de éste con una mujer, curiosamente una mujer que llegó, como Feathers, en la diligencia ("No era buena, pero yo no podía decírselo. Lo intenté una vez y casi me mata. Sea como sea lo cazaron. Se fue con ella. Seis meses más tarde volvió sin ella"). Para el protagonista, nada parece estar por encima de la amistad y el trabajo ("Dude era bueno. Era mi ayudante. No he tenido ayudante mejor con el revólver") y su relación con Feathers es mostrada casi siempre con cierto distanciamiento, casi como si de otra relación profesional se tratara (solo que en este caso Chance no parece dominar ni mucho menos la situación).
Además de por los poquísimos espacios en los que tiene lugar la película (el saloon, la carcel y la calle principal del pueblo), Rio Bravo es un western atípico también por desarrollarse en una especie de tiempo muerto (el de los protagonistas mientras custodian a su prisionero, pero también el de Feathers esperando la próxima diligencia para abandonar el pueblo o un gesto de Chance que le haga cambiar de idea). Un tiempo de espera que se ve reforzado por melodía que, siguiendo las órdenes de Burdette, suena de manera incansable en el exterior de la cárcel (la "canción del degüello", la misma que tocaron los mejicanos durante las horas previas al asalto del Álamo, según le explica Colorado a Chance) y que provoca que las escenas más íntimas, que en cualquier otra película acontecerían entre el héroe y el personaje femenino, tengan lugar aquí entre los cuatro hombres que pasan las horas encerrados en la cárcel, hasta el punto de que Hawks reserva la obligada secuencia musical de le película (teniendo en cuenta la presencia de dos estrellas de la época como Dean Martin y Ricky Nelson) para uno de esos momentos (fotograma 4): sin la presencia de personaje femenino alguno, una guitarra, una vieja armónica y cuatro pistoleros compartiendo una cerveza parecen ser los únicos elementos indispensables para una agradable velada. Así lo parece dar a entender Chance cuando, justo al final de la canción, expone que lo más acertado será no salir ya de la pequeña cárcel hasta la llegada del alguacil (y evitar así exponerse a los hombres de Burdette... pero también a la perturbadora presencia femenina de Feathers). Y poco después, cuando Dude parece hundirse de nuevo y amenaza con abandonar su puesto, Hawks rueda la discusión entre éste y Chance (en la que advertimos los celos de Dude ante la incorporación de Colorado como nuevo ayudante del Sheriff) como si de una escena entre dos viejos amantes se tratara, tan explícitas e inequívocas son las miradas entre los dos personajes, verdadera pareja protagonista de ésta enorme historia de amor y amistad.
David Vericat
© cinema esencial (noviembre 2013)
Comentarios
Uno de mis cinco westerns
Muy cierto! Gracias por tu
Junto a "El hombre que mató a
El comentario de Vericat es
Muchas gracias, Jorge!