Underground

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Director:
Emir Kusturica

Título Original: Underground / Año: 1995 / País: Yugoslavia / Productora: CiBy 2000, Pandora Filmproduktion, Novofilm / Duración: 170 min. / Formato: Color - 1.78:1
Guión: Dusan Kovacevic, Emir Kusturica / Fotografía: Vilko Filac / Música: Goran Bregovic
Reparto: Miki Manojlovic, Lazar Ristovski, Mirjana Jokovic, Slavko Stimac, Ernst Stötzner, Srdjan Todorovic, Mirjana Karanovic, Milena Pavlovic, Danilo 'Bata' Stojkovic, Bora Todorovic, Davor Dujmovic
Fecha estreno:  01/04/1995 (Yugoslavia) / 26/05/1995 (Cannes Film Festival)

1 de Junio de 1995. El jurado del Festival de Cannes, presidido por la actriz Jeanne Moureau, anuncia la Palma de Oro para Undeground (la segunda de Emir Kusturica, tras la obtenida con Papá está en viaje de negocios en 1989). Al día siguiente, el filósofo Alain Finkielkraut arremete en un artículo en Le Monde contra la decisión del jurado acusándole de reconocer a un “ilustrador servil lleno de estereotipos criminales y clichés”, y promocionando así “la versión más falsa, posmoderna y americanizada de la propaganda serbia filmada en Belgrado”. Poco importó que el filósofo reconociera en su artículo no haber visto la película (!?), inmediatamente un sector de la intelectualidad francesa de izquierdas (encabezado por Bernard-Henri Lévy, el cual, se sumaba a las críticas de Finkielkraut en un artículo en Le Point admitiendo igualmente que no había visto la película - !!??) inicia una campaña de acoso y derribo contra el film de Kusturica, basada sobre todo en declaraciones del director (recogidas en diversas publicaciones durante la guerra de los Balcanes) en las que ponía en duda la versión oficial que presentaba al bando serbio como el principal causante del conflicto y responsable de las mayores atrocidades cometidas en el mismo (1).
 
Ciertamente, Kusturica nunca ocultó sus diferencias con el discurso mayoritario sobre las guerras de los balcanes, admitiendo su amargura por la desintegración de la Yugoslavia en la que había crecido (y que de manera tan emotiva ha plasmado en buena parte de su cine), lo que le sumió en un estado de profunda depresión durante el largo período de guerra que le llevó a interrumpir durante casi un año el rodaje de Arizona Dream que había iniciado en 1991 en los Estados Unidos. Este profundo sentimiento de pérdida le situó en una posición completamente a contracorriente que le llevó, seguramente, a cometer más de un exceso a través de unas opiniones que en muchas ocasiones parecían querer justificar lo injustificable, lo cual sin duda abonó el terreno para los feroces ataques que el director había de recibir por parte de sus detractores políticos a partir del estreno de su personalísima visión de la historia de Yugoslavia, desde el inicio de la segunda Guerra Mundial hasta su desintegración a finales del siglo XX.
 
Pero veamos detenidamente la historia que nos cuenta la película, ciñéndonos estrictamente a su desarrollo argumental:
 
El filme se inicia en abril de 1941 en Belgrado, en el momento en que Marko (Miki Manojlovic) y Petar Popara “Blacky” (Lazar Ristovski) están celebrando la afiliación de este último al partido comunista. Son los días previos a la entrada del ejército alemán en Yugoslavia, situación que veremos reflejada con el ataque aéreo desde el zoológico en el que trabaja el hermano de Marko, Ivan (Slavko Stimac). Ya con el país sometido al yugo nazi, Marko y Blacky son buscados por el robo de un tren de municiones alemán, por lo que Marko decide esconder a familiares y colaboradores en el sótano de la casa de su padre, en donde la mujer de Blacky, Vera (Mirjana Karanovic), fallecerá tras dará a luz al hijo de la pareja. Tras tres años en la resistencia, y después de un atentado frustrado de Blacky contra el comandante del ejército de ocupación, Franz (Ernst Stötzner), con el que se disputa el amor de Natalija (Mirjana Jokovic), una actriz mediocre y arribista, éste es arrestado durante una emboscada alemana (mientras está con Marko negociando una venta de armas a la resistencia) en la que será abandonado a su suerte por Marko, que huye junto a Nalalija. Liberado finalmente por el propio Marko, Blacky se oculta en el sótano junto al resto de miembros de la resistencia, en donde permanecerá confinado sin tener noticias del fin de la guerra mientras Marko asciende al poder como colaborador del nuevo gobierno de Tito. Para poder mantener su posición privilegiada, Marko hace creer a los habitantes del sótano (organizado como una auténtica ciudad subterránea) que la guerra se eterniza, mientras en la superficie inaugura junto a Natalija monumentos en honor al fallecido héroe de guerra Peter Popara “Blacky”. Pasan los años y, durante la celebración de la boda del hijo de Blakcky, Jovan (Srdjan 'Zika' Todorovic) con su prometida Jelena (Milena Pavlovic), Blacky sorprende a Marko abrazado a Natalija (a la que creía todavía enamorada de él y esperándole en la superficie) y decide salir por fin al exterior junto a su hijo Janvo para terminar la guerra (mientras Jelena se suicida lanzándose a un pozo de agua y Marko, al que Blacky le ha dado su revólver para que se quite la vida por su traición, se pega un tiro en la rodilla en lugar de en la cabeza que le postrará en una silla de ruedas el resto de su vida). Una vez en la superficie, y después de atacar al equipo de rodaje de una película que recrea el heroico episodio de su propia detención (al que confunde con soldados nazis reales), Blacky y Jovan son tiroteados por el ejército de Tito y ambos desaparecen bajo las aguas de un río. Mientras, ante el inicio del declive del régimen de Tito, Marko y Natalija dinamitan el subterráneo con sus últimos ocupantes dentro y huyen de la ciudad. Veinte años más tarde, tras la muerte de Tito, y ya en plena guerra de los Balcanes, Ivan se reencuentra con su hermano Marko convertido en un traficante de armas y le mata a golpes de bastón, mientras que Blacky es ahora un despiadado señor de la guerra obsesionado por encontrar a su hijo Jovan. Tras descubrir los cadáveres de Marko y Natalija, Blacky regresa al viejo subterráneo y se lanza al pozo en el que ve la imagen reflejada de su hijo llamándole. La película finaliza con una onírica escena en la que vemos a todos los personajes con aspecto rejuvenecido, reunidos en torno a una mesa a orillas de un rio en la que celebran de nuevo la boda de Jovan y Jelena, mientras el trozo de tierra en el que se encuentran se desprende de la orilla y se aleja flotando con la corriente del río.
 
Si he querido glosar de manera tan detallada el argumento de Underground, es justamente para intentar desmontar la acusación de que nos encontramos ante un film “de propaganda serbia”, tal como argumentaban sus detractores (aun sin haber visto la película) tras su estreno en Cannes. De hecho, y según explica el propio Kusturika, la película se centra mucho más en el período de entre guerras (la segunda de las tres partes del filme) que en el de la guerra de los Balcanes, a la que dedica tan solo cuarenta de los ciento setenta minutos de su metraje. Y la denuncia de la situación política durante la federación socialista del presidente Tito, con la imagen de Blacky y sus hombres confinados en un subterráneo y fabricando armas para, supuestamente, combatir al ejército alemán mientras Marko se enriquece a su costa desde los aparatos del poder, no puede ser más elocuente.
 
Cierto es que, una vez se aborda el episodio de la guerra que acabaría con la desintegración de Yugoslavia, la película no profundiza sobre las causas de la misma, e incluso se puede argumentar que expone una cierta justificación del sanguinario comportamiento de Blacky (al que podemos identificar, si se quiere, como un señor de la guerra del bando serbio, aunque en un momento de la película, y ante las preguntas de un representante de los cascos azules, el personaje se niega a admitir su pertenencia a ningún ejército más que al suyo propio), al sentirse traicionado por sus propios compatriotas (“por sus propios compatriotas”, conviene no olvidarlo). Pero no es menos cierto que, en el caso de admitir que el personaje se identifique con un combatiente del bando serbio, será justamente por una orden suya por la que se produce el único episodio de matanza indiscriminada que vemos en la película (justo después de la muerte de Marko, cuando Blacky ordena ejecutar a todos sus prisioneros – fotograma 1), con lo que la idea de una supuesta representación de los hechos a mayor gloria de la causa serbia parece del todo infundada.
 
Underground es, por el contrario, un llanto desesperado por los horrores de una guerra fratricida, sin buscar culpables ni responsables, tal como queda expuesto en la conmovedora imagen de Blacky, postrado ante un cristo cabeza abajo mientras la silla de ruedas en llamas con los cuerpos sin vida de Marko y Nalalija da círculos sin parar alrededor del personaje hundido en el llanto.  Y es que, como alcanza a pronunciar el propio Marko justo antes de morir a manos de Ivan, “ninguna guerra es guerra hasta que el hermano mata a su hermano” (fotograma 2).
 
Por esta razón, la polémica que ha acompañado a la película desde su estreno no debería ocultar la fascinación que producen sus muchos momentos tan propios del universo fílmico de Kusturica: las imágenes de las bestias del zoológico bajo el bombardeo de los aviones alemanes (fotograma 3); la larga secuencia de la boda de Jovan y Jelena, con el plano de la novia sobrevolando el subterráneo hasta su puesto en la mesa de los comensales (fotograma 4 - una imagen que nos remite a un plano parecido de El tiempo de los gitanos); Jovan viendo la luz del sol por primera vez en su vida o reencontrándose con Jelena en las profundidades del río (fotograma 5 - en claro homenaje a las imágenes submarinas de L’atalante, de Jean Vigo); o la ya citada secuencia de Blacky, aullando su amargura ante los cadáveres en llamas de Marko y Natalija (fotograma 6 - “¡Marko, hermano! ¡Natalija, amor mio! ¡No encuentro a Jovan!”). Sin olvidar, por supuesto, la bellísima secuencia final con todos los personajes celebrando una improbable reconciliación mientras se alejan arrastrados por la corriente (fotograma 7) y escuchamos las palabras de Ivan rememorando con nostalgia su vida en el pasado: “Aquí construimos nuevas casas con tejas rojas. Y chimeneas en las que las cigüeñas anidan. Con las puertas abiertas a nuestros queridos invitados. Le agradeceremos a la tierra que nos alimente, y sol que nos caliente. Y a los campos por recordarnos los pastos verdes de casa. Con dolor, tristeza y alegría recordaremos nuestro país cuando les contemos a nuestros hijos historias como si fueran cuentos: Érase una vez, un país…”.
 
David Vericat
© cinema esencial (Abril 2017)
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(1) Se pueden leer todos los artículos de la polémica (en francés), incluido el de la respuesta del propio Kusturica, en este enlace: http://www.kustu.com/w2/fr:polemique
 
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