Retorno al pasado

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Retorno al pasado
Director:
Jacques Tourneur

Título Original: Out of the Past / Año: 1947 /  País: Estados Unidos / Productora: RKO / Duración: 97 min. / Formato: B/N - 1.37:1
Guión: Daniel Mainwaring (Novela: Daniel Mainwaring ) / Fotografía: Nicholas Musuraca / Música: Roy Webb
Reparto:  Robert Mitchum, Jane Greer, Kirk Douglas, Rhonda Fleming, Richard Webb, Steve Brodie, Virginia Huston
Fecha estreno: 25/11/1947 (NY)

Detesto las angulaciones extrañas, los objetivos deformantes. Así es muy fácil despistar al espectador. Mientras que permanecer muy cerca de los actores, no utilizar nunca trucos y, sin embargo, crear una atmósfera extraña, es mucho más difícil

Jacques Tourneur

 

Cuando emprende la realización de Retorno al pasado, Jacques Tourneur es ya un director célebre por su capacidad de crear “atmósferas extrañas” con los únicos recursos de la iluminación, una puesta en escena con un ejemplar uso del fuera de campo y un eficaz uso del sonido como elemento dramático. Con esta manera de proceder, que dio a lugar a dos auténticos clásicos del fantástico como La mujer pantera (1942) y Yo anduve con un zombie (1943), Tourneur nos ofrece en 1947 uno de los títulos más singulares del cine negro norteamericano (probablemente junto con la mucho menos conocida Detour, de Edgar G. Ulmer, no por casualidad otro director que había destacado en el terreno del fantástico).

 

En efecto, si alguna cualidad destaca especialmente en Retorno al pasado es la extraña atmósfera onírica que el director imprime a sus imágenes. Una atmósfera que envuelve al protagonista para atraerlo al abismo de un pasado que impregna de sombras todas las imágenes. Pero además, la película es una obra cumbre del género por su concisa y directa puesta en escena (apoyada en la magnífica fotografía en blanco y negro de Nicholas Musuraca), la excelente interpretación de Robert Mitchum, y unos extraordinarios diálogos llenos de ironía y dobles sentidos (“Me preguntaba qué se había hecho de él, y pasando por aquí vi su nombre en el letrero”. “El mundo es muy pequeño”. “Sí, o algunos letreros muy grandes” - fotograma 1).

 

Tal como el título de la película indica, Jeff Markham (Robert Mitchum) es un personaje perseguido por el pasado. Así lo advertimos desde el primer momento en la amenaza que le hace el matón Joe (Paul Valentine) al indicarle el lugar donde debe reencontrase con el villano Whit (Kirk Douglas, en una decisión de casting que supone probablemente el único elemento discutible de la película): “Una casa en la colina. No puedes perderte... No debes”. De hecho, el retorno al pasado del título no se refiere tanto (o al menos no únicamente) al magnífico flashback que ocupa el primer tercio del film (en el que el protagonista narra a su prometida, Ann - Virginia Huston – su primer encuentro con White, en su etapa como detective privado, y el encargo que aquél le hizo de encontrar a su amante, Kathie - Jane Greer -, después de que ésta le disparara y huyera con 40.000 dólares) sino al posterior reencuentro de Jeff con White, tras ser localizado en su nueva vida como simple encargado de la gasolinera del pequeño pueblo de Bridgeport.

 

Desde la primera secuencia en el lago, vemos reflejado en el rostro de Jeff el signo de la fatalidad, como si fuera consciente de que más tarde o más temprano tendrá que enfrentarse a un pasado que acecha esperando el momento oportuno para reaparecer e impedir que pueda llevar una vida “normal”. No en vano, y tal como vemos en el mencionado flahsback (un flashback, no lo olvidemos, narrado desde el punto de vista del protagonista), Jeff es un personaje que intenta desesperadamente enterrar el recuerdo de su relación con Kathie, quintaesencia de la femme fatale, bajo el influjo de la cual el detective cae irremediablemente desde el primer momento que la encuentra (“Entonces la vi, y entendí por qué a White no le importaban los 40.000 pavos”). Poseído por este influjo, Tourneur imprime a este larguísimo episodio una aureola romántica (en el sentido más etimológico del término, referido a lo inefable, aquello que no se puede expresar con palabras) que confiere a sus imágenes esa atmósfera onírica antes referida. Sirva como ejemplo la extraordinaria secuencia nocturna de Jeff y Kathie en la  playa, en la que los personajes manifiestan su pasión bajo la luz nocturna de la luna, entre amenazantes redes de pesca que parecen sugerir la fatalidad que el destino les depara (secuencia que contrasta con la anterior de Jeff y Ann en el lago, de una luminosidad radiante y formalmente mucho más apacible).

 

De nuevo en el tiempo presente, y tras haberle narrado su historia a Ann, Jeff atraviesa las puertas que le conducen de regreso al pasado (literalmente, en el espléndido plano del protagonista cerrando tras de sí la verja de entrada a la vivienda de Whit - fotograma 2) para enfrentarse definitivamente a su destino. Y, así como en su primer encuentro el protagonista era víctima inconsciente de las intrigas de la malvada Kathie, advertimos ahora en el comportamiento de Jeff una actitud decididamente autoinmolatoria, como única manera de afrontar el pasado dejando indemne a Ann de sus consecuencias.

 

A partir de este momento (y al contrario de lo que sucedía en el pasado), Jeff toma las riendas de los acontecimientos y actúa de forma consciente y decidida, pasando de manipulado a manipulador, como vemos en la secuencia en la que hace creer a Kathie que vuelve a ser víctima de su influjo (Tourneur rueda esta vez un plano de la pareja con Jeff siempre de espaldas, la silueta totalmente en la sombra - fotograma 3).

 

Pero, como hemos visto, la actitud decidida del protagonista lo es desde la consciencia de la inexorabilidad del destino y así, a medida que Jeff se enreda en la compleja trama de la que es víctima, la oscuridad del pasado inunda las imágenes del presente, tal como vemos en la última secuencia entre Jeff y Ann, en la que las sombras de los árboles bañan fatídicamente los rostros de la pareja (fotograma 4). Jeff es ya un personaje condenado, y lo único que le resta es arrojarse junto a Kathie al abismo de un pasado que, ahora sí, quedará definitivamente sellado.

 

David Vericat

© cinema esencial (noviembre 2013)

 

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Comentarios

Obra cumbre, junto a "Los sobornados", de F. Lang, del cine negro y la obra maestra de Jacques Tourneur. Memorable narración en flash-back, grandes interpretaciones y genial puesta en escena. Solo en mi modesta opinión.

Gracias por tu comentario, Luis Ángel