New York, New York
De entre todos los proyectos fallidos de Martin Scorsese, New York New York es para quien esto firma el más bello y estimulante (hasta el punto de figurar en la lista de sus cinco películas que prefiero).
De entre todos los proyectos fallidos de Martin Scorsese, New York New York es para quien esto firma el más bello y estimulante (hasta el punto de figurar en la lista de sus cinco películas que prefiero).
En el ya mítico plano inicial sobre el que aparecen los títulos de crédito de Toro Salvaje (fotograma 1) vemos la solitaria silueta de Jake La Motta (un extraordinario Robert de Niro) calentando sobre la lona de un ring vacío con los bellísimos acordes de la Caballeria Rusticana de Pietro Mascagni de fondo (una ópera que va a acompañar algunos momentos de la película, reforzando el carácter trágico de la historia).
El taxi emerge cubierto de humo y vapor en la noche neoyorquina (fotograma 1). Es una aparición fantasmal, irreal en lo contundente de su imagen, y así mismo inesperada en lo factible de su presencia. Dentro hay un hombre solo, y no importa que con él viaje algún pasajero, no hay nadie más allí que Travis Bickle y su enorme pena. “La soledad me ha perseguido siempre. A todas partes. En los bares y en los automóviles, calles, tiendas… en todas partes. No tengo escapatoria. Soy el hombre solitario de Dios”, nos confiesa en un monologo.