El jinete pálido

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El jinete pálido
Director:
Clint Eastwood

Título Original: Pale Rider / Año: 1985 / País: Estados Unidos / Productora: Warner Bros. Pictures / Malpaso / Duración: 113 min. / Formato: Color - 2.35:1
Guión: Michael Butler, Dennis Shryack / Fotografía: Bruce Surtees / Música: Lennie Niehaus
Reparto: Clint Eastwood, Sydney Penny, Michael Moriarty, Elisha Cook, Chris Penn, Carrie Snodgress, Richard Dysart, John Russell, Richard Kiel, Billy Drago
Fecha de estreno: 13/05/1985 (Cannes Film Festival)

“Y vi un caballo pálido, y el que cabalgaba sobre él tenía por nombre Muerte… y el infierno lo acompañaba”
 
Tercera incursión como director en el western, tras las notables Infierno de cobardes (1973) y El fuera de la ley (1976), El jinete pálido supone la consagración de Clint Eastwood como autor cinematográfico, además de erigirse como uno de los últimos grandes títulos de un género que, poco después, el propio Eastwood prácticamente se encargaría de clausurar con la también magistral Sin Perdón (1992).
 
El inicio de la película, con dos secuencias de estructura prácticamente idéntica a base del montaje paralelo de dos acciones simultáneas, es antológico: en la primera, que sirve de marco para los títulos de crédito, las imágenes de una pequeña colonia de mineros se alternan con los planos de una cuadrilla de jinetes cabalgando a toda velocidad (el montaje en paralelo y, sobre todo, el contraste del apacible sonido ambiente del pequeño poblado minero con el del contundente galope de los caballos, anticipa de manera ejemplar el violento episodio del ataque de los pistoleros que tendrá lugar a continuación – fotogramas 1 y 2). Tras el asalto a la colonia minera, la segunda secuencia con estructura de montaje paralelo es, si cabe, todavía más extraordinaria: en ella, vemos a la joven Megan (Sydney Penny) adentrándose en un fantasmagórico bosque para enterrar a su perro (muerto a consecuencia del ataque) y, mientras pronuncia su particular e inconformista rezo (“Es Yavé, mi pastor, nada me falta - Pero me faltan cosas - Me lleva frescas aguas. Recrea mi alma - Pero han matado a mi perra - Aunque haya de pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno - Pero tengo miedo - Porque tú estás conmigo. Tu clava y tu cayado son mis consuelos - Pero necesitamos un milagro”), contemplamos las imágenes de un misterioso jinete cabalgando en un paisaje de luz tenebrosa (y de nuevo aquí, el contraste se acentúa también en la banda sonora, utilizando esta vez una delicada melodía en los planos de Megan que se contrapone a los amenazantes acordes que acompañan a la figura del Jinete Pálido – el propio Clint Eastwood – fotograma 3).
 
Remake tan inconfesado como flagrante de la mítica (aunque un tanto irregular) Raices Profundas (1953), de George Stevens, el film de Eastwood retoma la clásica figura del pistolero solitario para, dotando no sin cierto desparpajo a la historia de evidentes connotaciones místico-religiosas, elaborar una oscura fábula sobre la sempiterna lucha entre el bien y el mal, encarnados aquí por el jinete que da título a la película y su malévolo contrincante, el pistolero Stockburn (John Russell). En realidad, dos caras intercambiables de una misma moneda, o la imagen original y su reflejo simétrico, tal como se evidencia con el detalle de las marcas de los seis balazos que advertimos en la espalda del Jinete Pálido tras su llegada al poblado minero (y justo antes de aparecer ataviado como predicador ante el asombro de sus anfitriones, el minero Hul Barret - Michael Moriarty – y su prometida Sarah Wheeler - Carrie Snodgress): exactamente el mismo número de disparos – y en la misma ubicación – con los que el protagonista acabará con Stockburn en su duelo al final de la película (fotogramas 4 y 5).
 
“Parece un hombre que conocí hace tiempo, aunque…. no puede ser: el hombre en el que estoy pensando está muerto”, sentencia Stockburn al escuchar la escueta descripción del Predicador que hace el terrateniente Coy LaHood (Richard Dysart - “Sus ojos… había algo extraño en sus ojos. ¿Le dice algo?”). Una idea, la del carácter sobrenatural del personaje, que Eastwood refuerza a lo largo de la película gracias a una puesta en escena tan sobria como sugerente: desde su primera aparición en auxilio de Barret ante el acoso de los sicarios de LaHood, en la que uno de ellos descubre fugazmente la silueta del jinete a la entrada del poblado para, cuando vuelve a mirar en la misma dirección, advertir que éste ha desaparecido del lugar en el que estaba apenas unos segundos antes (su ausencia remarcada por el sonido de una ráfaga de viento – fotogramas 6 y 7); pasando por el inmediato y primer enfrentamiento del Predicador con los sicarios (una pelea con bastones de madera que el protagonista resuelve con inusitada elegancia y que Eastwood rueda como si se tratara de una insólita coreografía de ballet – fotograma 8); o el momento en el que el viejo LaHood advierte aterrorizado la diabólica mirada del protagonista clavada sobre su persona (fotograma 9).
 
Hay otros momentos especialmente memorables: la efusiva declaración de amor de Sarah al Predicador (un personaje que, para Sarah, encarna paradójicamente el amor carnal que sabe que nunca va a poder sentir por el bueno de Barret), interrumpida por la voz de Stockburn llamando al protagonista desde la lejanía (“una voz del pasado”, sentencia lacónico ante la mirada interrogativa de Sarah); el divertidísimo episodio de la visita del joven Josh Lahood (Chris Penn) junto al gigantón Club (Richard Kiel) para tratar de intimidar al Predicador (con un doble gag: primero, cuando el gigante parte de un solo golpe la enorme roca que Barret lleva años intentando trocear - “Tengo un pacto con esta roca: yo voy a destruirla a ella o ella me destruirá a mí” -, y posteriormente, con el expeditivo recurso del Predicador para dejar fuera de combate al gigante mediante un martillazo en sus genitales - “Póngase hielo, eso le aliviará”); y, por supuesto, la escena del enfrentamiento final del Predicador con los hombres de Stockburn y el posterior y definitivo cara a cara entre los dos pistoleros. Eternos rivales condenados a enfrentarse por los siglos de los siglos, Amén.
 
David Vericat
© cinema esencial (abril 2015)

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Comentarios

Buen western contemporaneo.

Magnífico análisis de una película mítica. Gracias

Muchas gracias, Hugo. Un saludo

Excelente descripción, excelente peli, excelentes actores, excelente doblaje y hasta excelentes los disparos...... Todo un honor poder ver esta peli

Muchas gracias! En cuanto a los calificativos de la película, disentimos en el que hace referencia al doblaje. Para mí abominable, como casi todos, y en este caso especialmente por la voz completamente distorsionada que se atribuye 'por norma' a Eastwood

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