Río salvaje

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Río salvaje
Director:
Elia Kazan

Título Original: Wild river / Año: 1960 /  País: EStados Unidos / Productora: 20th Century Fox / Duración: 109 min. / Formato: Color . 2.35:1
Guión: Paul Osborn / Fotografía: Ellsworth J. Fredricks / Música: Kenyon Hopkins
Reparto:  Montgomery Clift, Lee Remick, Jo van Fleet, Albert Salmi, Jay C. Flippen, James Westerfield, Bruce Dern, Barbara Loden
Fecha de estreno: 26/05/1960 (NY)

El esfuerzo por dignificarse es el tema de fondo de toda mi obra. Ya sea a través del reconocimiento interno de la verdad de uno de mis personajes. Ya sea a través de un personaje que hace acopio de valor para actuar sobre una situación imposible que está atentando contra su dignidad. Ya sea, simplemente, a través del torbellino de las relaciones humanas o de un conflicto entre un aspecto de su personalidad y otro”
Elia Kazan
 
En una de las escenas finales de Río Salvaje, Chuck Glover (Montgomery Clift), se presenta completamente borracho frente al viejo caserón de la anciana Ella Garth (Jo Van Fleet) con la satisfacción de haber logrado por fin comprender la razón de su comportamiento: “La entiendo Sra. Garth. Sé exactamente por lo que lucha. Por dignidad ¡Lo sé!”, le espeta el protagonista a la anciana justo antes de desplomarse inconsciente a sus pies (fotograma 1). Estamos, en efecto, ante una obra sobre la lucha por la propia dignidad, temática principal de la filmografía de Kazan, tal como el propio director señala en las palabras arriba mencionadas.
 
Pero Río Salvaje es también un magnífico alegato a favor de la capacidad de reconocimiento del “otro”, de sus motivaciones y razonamientos, más allá de convicciones y prejuicios. Cuando Chuck Glover llega al pequeño poblado del valle de Tenesse para acometer su misión de desalojar a la vieja terrateniente Ella Garth de su propiedad (como representante del gobierno responsable de la presa que causará la inundación de todos los terrenos colindantes al río), lo hace con el convencimiento de defender el bien común, de estar en posesión de la razón y, por tanto, de tener pleno derecho sobre el destino de la anciana. Para reforzar esta idea, y para poner al espectador a favor de los argumentos del protagonista, Kazan utiliza inteligentemente al inicio del film unas imágenes documentales que muestran los catastróficos efectos que las inundaciones descontroladas del río provocan en la región (fotograma 2). El razonamiento parece inapelable: ¿cómo se puede estar en contra del progreso poniendo en riesgo la seguridad y el bienestar de la mayoría?
 
Sin embargo, lo que parece lógico y evidente a primera vista se va llenando de matices a medida que tomamos conciencia junto al protagonista de la situación personal de su oponente y las circunstancias del conflicto que se plantea. Como confiesa Chuck en un momento del film, refiriéndose a su manera de afrontar el conflicto con la vieja terrateniente: “Lleva sentada en ese porche ochenta años, y yo pretendía sacarla de ahí en un día. Incluso me apetecía, imagínate” (una imagen claramente faulkneriana del personaje de Ella Garth - fotograma 3). Una idea que revela la evolución moral del personaje, desde la actitud inicial en la que no muestra ningún escrúpulo al apuntar que el gobierno podría declarar incapacitada a Ella Garth, hasta la respuesta que el protagonista da a los familiares de la anciana cuando son ellos los que le sugieren esta misma posibilidad (“Prefiero sacarla a punta de pistola”).
 
Hay también en Río Salvaje la habitual mirada crítica de Kazan sobre algunos de los aspectos más controvertidos de la sociedad norteamericana (aunque de manera algo menos contundente que en otros títulos del autor, y este es para mi gusto el único punto débil del film, sobre todo en lo que se refiere a la excesiva facilidad con que se resuelven algunos de los conflictos que plantea), principalmente sobre el racismo, el puritanismo y la actitud gregaria y conformista de los habitantes de la comunidad (la película se sitúa en la década de los treinta, época de la Gran Depresión en los Estados Unidos) . Esto es evidente en la respuesta del capataz de la obra cuando Chuck le sugiere que contrate a más hombres para acelerar los trabajos de la presa (“Tendría que contratar a negros. Y si contrato a negros, los blancos se irán”) o en la reacción hostil de los pequeños empresarios de la población ante la decisión del protagonista de ofrecer el mismo salario a los negros que a los trabajadores blancos (fotograma 4).
 
Pero, además de todos estos aspectos, Río Salvaje es una espléndida historia de amor entre Chuck Glover y Carol Garth (Lee Remick), la joven viuda de uno de los hijos de Ella Garth que vive recluida en ese caserón destartalado en el que el tiempo parece haberse detenido (y que tiene como único vínculo con el mundo exterior una vieja barcaza que une la pequeña isla con tierra firme). En este sentido (como en buena parte de los films de Kazan, por otro lado), Río Salvaje es una obra de extraordinaria fisicidad: la soledad de Carol, una mujer de apenas veintidós años, viuda desde los diecinueve, no alude únicamente a una concepción del amor romántico sino que se manifiesta también (y sobretodo) por la ausencia (y necesidad) del amor físico, tal como vemos en la magnífica secuencia en la que Carol lleva a Chuck a la antigua casa en la que convivió con su marido: el plano de la joven viuda (observada inadvertidamente por Chuck), acariciando las sábanas polvorientas del viejo lecho de matrimonio es una bella y elocuente imagen para mostrar la añoranza del amor físico por parte del personaje (fotograma 5).
 
Confinada en una especie de forzado letargo (físico y psicológico), la llegada de Chuck provocará en Carol el despertar de todas las emociones soterradas tras la muerte de su joven marido. Paradójicamente, el proyecto para el que trabaja Chuck trata de dominar el cauce del río, mientras que su irrupción en el mundo de Carol va a provocar justamente el desbordamiento de las pasiones hasta ese momento contenidas de la joven.
 
David Vericat
© cinema esencial (marzo 2014)
 
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VER EN FILMIN
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VÍDEOS: 
Trailer (V.O.I.)

Comentarios

Toda la película es una obra maestra, pero hay dos escenas que siguen en mi retina. Cuando Lee defiende a Clift en la pelea, poniéndose a horcajadas sobre su oponente y la llaman "gatita ", y el The End cuando la terrateniente está con su mecedora a la puerta de la casa en USA.

Dos grandes momentos. Gracias por tu comentario, Luis Francisco!

El guión es muy bueno (basado en una novela), comprendiendo los puntos de vista de los dos mundos enfrentados en el film, pero la dirección de actores es lo mejor. Montgomery Cliff y Lee Remick están geniales. La necesidad que expresa ella de que la toquen o cuando se ofrece como esposa conveniente para él son difíciles de superar, así como la cara y los gestos de él de verse en ese aprieto. Una gran película del autor de Esplendor en la yerba, su ópera maestra.