drama social

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Tiempos modernos

La imagen es imborrable: al hombrecillo recién recuperado de una crisis nerviosa le recomiendan tranquilidad y una vida en calma. Va por la calle con su sombrero hongo, su chaqueta estrecha y sus grandes zapatos, y a su lado un camión deja caer una bandera (roja, supongo) que advertía sobre su carga larga. El hombrecillo la recoge y apura el paso gritándole al conductor del camión mientras agita la bandera, sin notar que a su espalda se aproxima una manifestación callejera que, rauda, lo acoge como a uno más de sus miembros (fotograma 1).

Y la vida continúa

El 21 de Junio de 1990 Irán sufre el peor terremoto de su historia. Una tragedia que asoló las regiones de Gilan y Zanjan, con más de 35.000 muertos y 500.000 personas que perdieron su hogar, y en donde tres años atrás Kiarostami había rodado la magnífica ¿Dónde está la casa de amigo? Inmediatamente después de producirse la catástrofe, el director regresa al escenario de su película para ser testigo de la devastación que el seísmo ha provocado.

Un verano con Mónica

En 1931 Tabú de Murnau estableció la referencia insuperable para un subgénero cinematográfico que tendría después una amplia descendencia: las historias de parejas a las que la fuerza del primer amor empuja a recluirse en sí mismas, fuera de la sociedad o en conflicto violento con ella. A esta corriente se adscribe Un verano con Monika, que mantiene la oposición entre la naturaleza y la ciudad, entre el día y la noche, característica de la película de Murnau, así como la proximidad del mar (aunque con diferentes connotaciones, de amenaza y liberación respectivamente).

Tierra en trance

Aunque situada en el ficticio país latinoamericano de Eldorado, Tierra en trance describe muy claramente la situación política del Brasil de la década de los sesenta, marcada por la presidencia del reformista Jango Goulart entre 1961 y 1964 y el posterior golpe militar que tomó el poder en el país instaurando un régimen dictatorial que se alargaría hasta 1985.

Sin techo ni ley

Hay pocas películas de tono tan sombrío y desesperanzado como el de Sin techo ni ley, crónica de los últimos días de vida de Mona Bergeron (impresionante trabajo de Sandrine Bonnaire), una auténtica outsider que deambula por un escenario agreste habitado por seres instalados en la insatisfacción permanente. Porque si el nihilista comportamiento de la protagonista suscita desazón, el reflejo que su actitud desvela en los personajes que se topan con ella aumenta ese sentimiento hasta el más profundo desasosiego.

Milagro en Milán

Viendo la ubicación cronológica de Milagro en Milán en la filmografía de su director, es fácil caer en la tentación de atribuir al décimo largometraje de Vittorio De Sica la búsqueda de un tono más amable en su retrato de las penosa situación de la sociedad de posguerra italiana, como si De Sica, al llevar a la pantalla el guion originalmente escrito por Cesare Zavattini en 1940, hubiera querido darse un pequeño respiro entre la dramática emotividad de Ladrón de bicicletas

La terra trema

“Los hechos de esta película transcurren en Italia, concretamente en Sicilia, en Acitrezza, cerca de Catania y junto al mar Jónico. La historia que aquí se narra es la misma que se lleva repitiendo año tras año en los pueblos donde hay hombres que explotan a otros hombres. La casa, el barco, la calle y el mar son de Acitrezza. Los actores del film son los propios vecinos: pescadores, niños, jornaleros, albañiles y pescaderos… El siciliano es su lengua para expresar rebelión, dolor y esperanza. La gente pobre, en Sicilia, no habla italiano”

 

La canción del camino

La primera vez que vemos a Apu (Subir Banerjee) ya como niño (después de haberlo visto en el prólogo de la película como bebé) lo hacemos en el momento en que su hermana Durga (Uma Das Gupta) le despierta para hacerle ir a la escuela. Y lo primero que vemos del joven protagonista es uno de sus enormes ojos asomando por el orificio de la manta que le cubre totalmente, elocuente y bellísima presentación del personaje a través de cuya mirada se va a vertebrar la narración de este emotivo poema sobre la vida y la muerte que supuso la irrupción de Satyajit Ray en el panorama cinematográfico con la primera entrega de una de las más fascinantes y hermosas trilogías de la historia del séptimo arte.

La caja de Pandora

Aun con el título de la segunda de las obras del díptico de Frank Wedekind, La caja de Pandora se basa de hecho en las dos piezas que el dramaturgo alemán dedicó al personaje de Lulu: El espíritu de la tierra (1985) y la homónima La caja de Pandora (1904); o más propiamente en la mitad de la primera y la totalidad de la segunda, circunstancia que confiere a la película una de sus primeras peculiaridades.

Incidente en Ox-Bow

De entre los excelentes directores a los que el caprichoso destino ha relegado a un segundo plano, William A. Wellman es sin duda uno de los casos más lacerantes: autor de cerca de setenta títulos que abarcan desde los años del cine mudo hasta finales de la década de los cincuenta, Wellman es a menudo más recordado como el director del primer film galardonado con el Oscar a la mejor película (Alas, 1927) que como responsable de no menos de una docena de excelentes obras entre las que destaca, por encima de todas, esta magnífica Incidente en Ox-Bow.

 

Fitzcarraldo

Basada muy libremente en la epopeya real de Carlos Fermín Fitzcarrald, un comerciante cauchero peruano que en 1894 transportó su lancha a vapor a través de un varadero de más de diez quilómetros de selva entre los ríos Tambo y Urubamba para llegar a una zona de grandes bosques de caucho inaccesible por cualquier otro medio, resulta difícil no ver en Fitzcarraldo un regreso a la epopeya alucinada de Aguirre, la cólera de Dios, con las imágenes de sus respectivas expediciones atravesando la selva amazónica a la conquista de una quimera que se presenta desde el inicio como inalcanzable.

El último

Uno de los tópicos más repetidos y comúnmente extendidos sobre el  cine mudo alemán es el encasillar todas las grandes obras de ese periodo dentro de la etiqueta tan sobre utilizada de “cine expresionista”, de forma que resulta casi inevitable a la hora de afrontar un filme de ese periodo el referirse al término, y rascar de alguna manera sus influencias expresionistas por mucho que la película se resista a amoldarse a esa definición. Esta aproximación no solo es reduccionista sino que hace un flaco favor al que es uno de los periodos más interesantes de la historia del cine, caracterizado precisamente por la variedad de estilos que se hicieron presentes en la gran pantalla. Y de hecho es esta amalgama de influencias uno de los rasgos más remarcables de El último, una de las obras cumbre de esta etapa.

El sabor del sake

Si las imágenes iniciales de la extraordinaria Primavera tardía (1949) nos mostraban la vegetación alrededor de una pequeña estación de tren mecida por la suave brisa, El sabor del sake, revisión de la anterior y última película de Yasujiro Ozu, se abre con el plano de unas enormes chimeneas industriales (fotograma 1) que será recurrente a lo largo del filme y que tomará el relevo de los planos de ropa tendida tan característicos en la filmografía del director.

Bailar en la oscuridad

Bailar en la oscuridad se inicia con la versión orquestal de New World (el tema que canta Selma Jezkova – Bjork - al final de la película), una secuencia de apertura musical al estilo de las grandes superproducciones del género (especialmente parecida al inicio de My Fair Lady, de George Cukor) que se verá abruptamente interrumpida por el austero cartel con el título de la película, seguido de las primera imágenes (cámara en mano y con cortes sin continuidad) en las que vemos a Sel

Avaricia

“Tres semanas no bastarían para intentar expresarles la pena que sentí tras la mutilación de mi propia obra”

Erich von Stroheim

 

Aparajito (El invencible)

Aparajito, segunda entrega de la Trilogia de Apu, se inicia donde finalizaba La canción del camino, con la llegada de la familia Ray a Benarés en busca de una nueva vida. Inmediatamente, advertimos el contraste de la tumultuosa ciudad con el escenario de la pequeña aldea natal en la que transcurría la infancia del protagonista: callejones laberínticos que desembocan en las enormes escalinatas que conforman las orillas de un Ganges atestado de mercaderes, bañistas, sacerdotes, feligreses y todo tipo de personajes que hacen del río sagrado el centro de sus vidas.

El ángel exterminador

La imposibilidad de satisfacer un deseo:El Angel exterminador es una de las raras películas mías que he vuelto a ver. Lo que veo en ella es un grupo de personas que no pueden hacer lo que quieren hacer: salir de una habitación. Imposibilidad inexplicable de satisfacer un sencillo deseo. Eso ocurre a menudo en mis películas. En La edad de oro una pareja quiere unirse sin conseguirlo. En Ese oscuro objeto del deseo se trata del deseo sexual de un hombre en trance de envejecimiento, que nunca se satisface.

Todos nos llamamos Alí

Desde la primera imagen de Emmi (extraordinaria Brigitte Mira), de pie en la entrada del bar de Barbara (Barbara Valentin) adonde llega para guarecerse de la lluvia, bajo la inclemente mirada del resto de clientes desde el otro lado del local (fotograma 1), percibimos la extrema soledad de la protagonista de Todos nos llamamos Alí (desafortunado título español que nada tiene que ver con el original Angst essen Seele auf – Cuando el miedo se come el alma).
 

Ed Wood

De entre las muchas virtudes que encontramos en los grandes creadores de la historia del arte, talento y pasión son seguramente dos de las condiciones indispensables. Artistas con talento y sin pasión los hay a raudales: de ellos nos llegan las obras más academicistas, bajo formas de expresión acomodaticias y carentes del más mínimo riesgo.

La voz de la montaña

A poco que cualquier cinéfilo se proponga la grata tarea de adentrarse en la vasta filmografía de Mikio Naruse (noventa y dos títulos entre 1930 y 1967), se hace del todo evidente la necesidad de reivindicar su nombre como uno de los grandes autores del cine japonés (lo que es lo mismo que decir de la historia del cine en general), merecedor sin duda alguna de un puesto junto a los incontestables Mizoguchi, Ozu y

¡Qué bello es vivir!

"Un hombre sencillo y honesto, acorralado por depredadores sofisticados, puede, si lo desea, llegar hasta lo más profundo de sus recursos dados por Dios y surgir con todo el valor, ingenio y amor necesarios para triunfar sobre su entorno. Ese tema prevalecería en todos - excepto en dos - mis filmes posteriores. Era el grito de rebeldía del individuo contra ser pisoteado hasta verse reducido a pulpa por la masa: la producción en masa, el pensamiento en masa, la educación en masa, la riqueza en masa, la conformidad en masa"
Frank Capra
 

La ley del silencio

Lo difícil, en la vida, no es cuando se quiere a alguien, sino cuando los dos sentimientos coexisten. Y tales son mis relaciones con América. Verdaderamente la quiero y estoy muy resentido con ella (...). Y me atacan de lados opuestos: algunos, a causa de mi testimonio, me tratan de reaccionario, pero muchos más son aquellos que dicen que muerdo la mano que me ha dado de comer, que soy anti-americano. Siempre hay fuego en mis películas. Es una manera de expresar lo que me gustaría hacer con ciertos aspectos de la vida americana
Elia Kazan
 

Los olvidados

Hay pocos personajes en la historia del cine que susciten a la vez tanto repudio y tanta piedad como el Jaibo (Roberto Cobo) de Los olvidados, tercera película de Buñuel en su exilio en Méjico y la primera gran obra maestra de la que es, para mi gusto, su etapa más brillante (la que cubre toda su etapa mejicana hasta El ángel exterminador, incluyendo por supuesto la española Viridiana).

Anatomía de un asesinato

Detesto a quienes piensan primero en la cámara, y después en las historias que deben representar. ¿Qué le importa al público cómo se mueve la cámara? El público se fija en los personajes, en lo que dicen, en lo que quieren. No sabe nada de imágenes, de luces, de panorámicas, de travellings, y no verifica siquiera su existencia. Salvo los cinéfilos, naturalmente. Pero yo no hago cine para ellos, y nunca lo haré

Otto Preminger

 

Dersu Uzala

Para mí, en la base de todo proyecto de película, existe esta necesidad interior de expresar algo, lo que alimenta la raíz y la convierte en árbol. Lo que hace florecer el árbol y dar sus frutos es la realización

Akira Kurosawa

 

Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles

Tercer largometraje en la filmografía de Chantal Akerman, entre la sugestiva aunque todavía balbuceante Je, tu, il, elle y la (para mí inexplicablemente) prestigiosa News from Home (un cargante ejercicio desde mi punto de vista mucho más apto para ser degustado en formato de videoinstalación en cualquier galería de arte contemporáneo que como relato cinematográfico), Jeanne Dielman sorprende por la rigurosidad y la madurez de una puesta en escena completamente acorde con la contundente propuesta temática del filme: filmada en larguísimos y estáticos planos secuenc

Al azar de Baltasar

La idea de Au hazard Balthazar proviene, como es habitual en Bresson, de Dostoievski: en El idiota, el príncipe Myshkin relata cómo, durante su periodo de convalecencia en Suiza, se recuperó de su enfermedad (una epilepsia que, después de los ataques, le sumía en una profunda atonía): “la circunstancia que la eliminó fue escuchar el rebuzno de un asno que se hallaba tendido en el suelo, en la plaza del mercado.

Sátántangó

Béla Tarr asegura no buscar belleza en su cine sino realidad. Realidad a través de la duración de la secuencia y su extrema crudeza temporal (secuencias completas de tiempos muertos, retrato íntegro del viento y de la lluvia). Realidad del tiempo vivido.

Luz silenciosa

Se compara en ocasiones Luz silenciosa con Dreyer como si el film mexicano debiera, ya que imita en forma al cineasta danés, continuar con la apología de lo místico que se hacía en Ordet. Pero el elemento religioso no está tratado en Luz silenciosa como un fin en sí mismo, sino más bien como contexto.

El cochecito

Llegado a España como representante comercial de los objetivos Totalscope (la versión italiana de los Cinemascope americanos), y después de rodar su ópera prima Los chicos (1959), Marco Ferreri conoce al escritor Rafael Azcona, con quien inmediatamente colabora para llevar a la pantalla dos de sus novelas: El Pisito (1959), y la presente El cochecito, ostentando el honor de inaugurar la filmografía del que habrá de ser uno de los más brillantes guionistas de la cinematografía española (“Escribo guiones porque me resulta más fácil que escribir novelas", confesó en

La sal de la tierra

Si algún plano puede resumir las muchas virtudes de La sal de la tierra, no puede ser otro que el del rostro de Esperanza (Rosaura Revueltas) inundando de dignidad la pantalla al final de esta extraordinaria película insólitamente parida en la reaccionaria Norteamérica de la década de los cincuenta (fotograma 1). Reconocida como la única obra incluida en la lista negra del Comité de Actividades Antiamericanas, La sal de la tierra se gesta de hecho como respuesta de un grupo de cineastas, con el director Herbert J.

La carreta fantasma

Si hay un hecho que ha motivado que La carreta fantasma sea algo más conocida entre el aficionado medio que muchas otras obras de la época del cine mudo, éste es sin duda el del homenaje que en su día le realizara Stanley Kubrick en la secuencia más celebrada de El resplandor (The Shining, 1980).

Dies Irae

Lo que busco en mis películas, lo que quiero obtener, es penetrar hasta en los pensamientos más profundos de mis actores a través de sus expresiones más sutiles. Porque esas expresiones desvelan el carácter del personaje, sus sentimientos inconscientes, los secretos que reposan en las profundidades de su alma
Carl T. Dreyer
 

¡Qué verde era mi valle!

Igual que en la posterior El hombre que mató a Liberty Valance con respecto a la desaparición del salvaje oeste ante la irrupción de la ley y el orden impuestos por los nuevos tiempos, hay en ¡Qué verde era mi valle! un llanto sereno y resignado por un mundo de viejos valores que debe ceder paso irremisiblemente a una nueva época marcada por las reivindicaciones laborales y sociales frente a la opresión económica y religiosa de principios del pasado siglo.

Doce hombres sin piedad

Resulta sintomático que el primer largometraje para la gran pantalla firmado por Sidney Lumet sea esta adaptación del montaje original realizado para televisión en 1954 por Franklin J. Schaffner. No en vano, Lumet abandera la generación de directores que dieron al salto al cine después de formarse en producciones televisivas, junto a nombres como Delbert Mann, John Frankenheimer, Martin Ritt, Robert Mulligan, Stanley Kramer, George Roy Hill, Stuart Rosemberg, o el propio Schaffner.

El apartamento

“Yo escribo pensando en la cámara, pero sin pasarme. La película triunfa gracias a la historia, los personajes y los actores. No busco un movimiento de cámara original que no tenga que ver con la historia”
Billy Wilder
 

Dejad paso al mañana

“La vida pasa tan rápidamente que pocos nos paramos a pensar en aquellos que han perdido el ritmo del tiempo. Ni siquiera comprendemos sus risas y sus lágrimas, pues no existe ninguna magia que pueda unir en perfecta comprensión a jóvenes y mayores. Hay un abismo entre nosotros que sólo puede cerrarse con las palabras de un gran sabio: ‘honrarás a tu padre y a tu madre’ “
 

La última película

Senderos que se dejan, caminos que se abren, rutas todas que, sin embargo, confluyen en Anarene, con sus 1131 habitantes, con sus calles polvorientas, con el silencio que sólo interrumpe el viento. Bogdanovich hace un homenaje a una época ya ida, a un estado de las cosas que ya no existía al realizar su filme, ambientado en el pasado, a fines de 1951 y filmado en un glorioso blanco y negro, los colores con los que nuestra memoria (contagiada de cine) asocia a ese periodo.

La señorita Oyu

Estilizado y oscuro melodrama a partir del complejo triángulo amoroso formado por Oyu (Kinuyo Tanaka), su hermana Shizu (Nobuko Otowa) y Shinnosuke (Yûji Hori), con La señorita Oyu se inicia la última y mejor etapa de la filmografía de Mizoguchi, un período en el que el director japonés firmará las que para mí son sus tres grandes obras maestras, Vida de Oharu, Cuentos de la luna pálida

La ceremonia

Entre las virtudes del cine de Chabrol, una de las más destacables es sin lugar a dudas su capacidad para ponernos frente al espejo. Los personajes de la mayor parte de sus películas, miembros de una burguesía acomodada de intachable ideología liberal-progresista, nunca son caricaturas exageradas sino que se muestran perfectamente reconocibles y nos permiten (nos obligan a) vernos reflejados en ellos, tanto en sus honorables virtudes como en sus velados defectos.

La chica de la fábrica de cerillas

No recuerdo dónde leí o a quién le escuché una vez que la condición básica para empezar a considerar el valor de una película es que contenga alguna enseñanza práctica (sobre cómo hacer alguna cosa), teoría que, sin dejar de pertenecer al género de la boutade, subscribo firmemente y de la cual La chica de la fábrica de cerillas es sin duda un magnífico exponente: la secuencia inicial que nos muestra el proceso de fabricación de una cerilla, desde el enorme tronco que le sirve de materia prima hasta el empaquetado final en la cadena de montaje, es modélica en este sentido y supone a

Rashomon

En esta época dominada por la “posverdad” resulta fascinante revisar un filme como Rashomon, posiblemente la primera gran obra maestra de la filmografía de Kurosawa y una de las más lúcidas y hermosas reflexiones sobre la influencia de "la subjetividad en la percepción y memoria del observador a la hora de narrar un determinado acontecimiento"

El séptimo continente

Opera prima Michael Haneke en el terreno del largometraje (después de varias producciones para televisión), pocas veces han quedado definidos tan claramente los temas que van a marcar la posterior filmografía de un director como en el caso de El séptimo continente: la incomunicación, la angustia vital, el desasosiego y la violencia soterrada que se manifiestan en la familia burguesa de clase media en el llamado primer mundo como síntomas de una sociedad colmada en lo material pero con enormes carencias y disfunciones emocionales.
 

Conspiración de silencio

Es posible que Conspiración de silencio no sea la mejor película de John Sturges (un director ciertamente irregular, pero con al menos un puñado de títulos más que notables, de entre las que destacaría la quizá más redonda El último tren de Gun Hill, o la sorprendente, por poco conocida, El signo de Aries), pero hay dos razones, en mi caso, que hacen de ésta una obra especialmente estimada entre todas las de su filmografía (1).
 

Nazarín

Comentar cualquier película de Buñuel es un desafío, porque las propias películas se explican con una claridad que hace inútil cualquier paráfrasis; una claridad de cristal de roca, compatible con la ambigüedad y la poesía. Cuando quiere ser ambiguo, Buñuel expone con toda precisión esa ambigüedad, y cuando pretende lanzar la película a otra dimensión, más allá de la progresión del relato, lo hace de manera fulgurante, con un solo detalle: en Nazarín se pueden citar como ejemplos el parpadeo alucinado de Beatriz, la imagen onírica del Cristo que se ríe a carcajadas ante Andara, o los tambores del Viernes Santo de Calanda que acompañan la escena final.

Viridiana

Casi todos mis personajes sufren un desengaño y luego cambian, sea para bien o para mal. Es el tema del Quijote a fin de cuentas. Un sueño de locura y finalmente el retorno a la razón"
Luis Buñuel
 

El árbol de los zuecos

Iniciado en el cine documental, con más de una treintena de cortometrajes sobre diversas temáticas sociales pero con una atención especial en el seguimiento de obras de ingeniería (la construcción de una presa, la reparación de una red del tendido eléctrico en alta montaña, el funcionamiento de un complejo industrial en Siracusa), Ermanno Olmi se sirve de su experiencia en el género para recrear la vida de un grupo de campesinos de Lombardía a finales del siglo XIX.

Hiroshima, mon amour

Hiroshima mon amour discurre en dos líneas, como las llama Esteve Riambau, “temporoespaciales”: el presente en Hiroshima y el pasado en Nevers. Dos situaciones delimitadas como sucede en otras películas de Alain Resnais, como Muriel (1963) o Stavisky (1973), que acaban por confluir en una explosión de memoria y olvido que permite, quizás, relacionar lo colectivo (bomba y guerra mundial) con el drama particular del personaje femenino (Emmanuelle Riva).

Muerte de un ciclista

Plano contrapicado de una carretera desierta al atardecer, franqueada por un par de árboles de ramas desnudas. Aparece en primer término la frágil silueta de un ciclista que avanza hacia la línea del horizonte hasta desaparecer en un cambio de rasante. A los pocos segundos, un automóvil que viene en dirección contraria se detiene bruscamente a lo lejos. Corte a un plano corto de sus ocupantes, Juan (Alberto Closas) y Maria José (Lucía Bosé), observando alarmados hacia un punto de la carretera a sus espaldas.
 

Umberto D.

“¡Yo pago!”, protesta enérgicamente el viejo Umberto Domenico (Carlo Battisti, impresionante intérprete de ésta, su única aparición cinematográfica) cada vez que la patrona Antonia (Lina Gennari) le amenaza con el desahucio. Un grito de resistencia con el que el protagonista intenta desesperadamente mantener la dignidad maltrecha por la soledad y la precariedad económica a la que se ha visto condenado después de su jubilación.

Cléo de 5 a 7

Cléo de 5 a 7 se abre con la imagen de una mesa sobre la cual una adivina está tirando las cartas del tarot a la protagonista, Florence (Corinne Marchand), una cantante que espera angustiada los resultados de unos exámenes médicos que teme que le confirmaran que padece un cáncer incurable. Serán las únicas imágenes en color de un film que se centrará en las dos siguientes horas de la vida de la protagonista, a la que acompañaremos en su deambular por el París de principios de la década de los 60, mientras espera el momento de conocer su diagnóstico.
 

El manantial

En el plano final de la magistral Y el mundo marcha (The Crowd, 1928), King Vidor nos muestra al protagonista, un personaje obsesionado durante toda su vida por “llegar a ser alguien”, en el patio de butacas de un teatro, rodeado (y formando parte finalmente) de la multitud de la que tanto había luchado por sobresalir.

Como un torrente

Como un torrente se inicia con los títulos de crédito sobre el plano de Dave Hirsh (Frank Sinatra) dormido en el interior de un autobús, a su llegada a la pequeña población de Parkman. En un asiento trasero, advertimos el escorzo de Ginnie Moorehead (Shirley MacLaine), una prostituta a la que Dave, en una noche de borrachera, invitó a seguirle en su viaje de regreso a su población natal, tras dieciséis años de ausencia, y a la que el protagonista conmina a desaparecer de su vida en el mismo momento de descender del autobús.

Fellini, ocho y medio

Ocho y medio no existe (no es tangible). Es de naturaleza volátil. Es un sueño vertido desde el insomnio. Y es un adulto que cohabita en un niño. A veces falta la respiración, otras se excede en ella. Guido Anselmi (Marcello Mastroianni) sólo es corpóreo en tanto que sueña. Y sólo se acerca a su yo cuando, protagonista de su sueño, accede a su sensibilidad. La angustia del suelo, en una autopista cerrada de coches, como una cueva mecánica, le hace levitar por el aire (fotograma 1). Escapismo a los cielos.

Eduardo Manostijeras

"La idea me surgió por un dibujo que había hecho hace mucho tiempo. Sólo era una imagen que me gustaba. Me vino inconscientemente y estaba ligada a un personaje que quiere tocar pero no puede, que es creativo y destructivo a la vez: esa clase de contradicciones que puede crear una especie de ambivalencia. Estaba muy ligada a una sensación. La manifestación de esa imagen se hizo realidad y probablemente salió a la superficie cuando era un adolescente, porque era algo muy adolescente. Tenía que ver con las relaciones. Me sentía incapaz de comunicarme.

Caché

Georges Laurent (Daniel Auteuil), el presentador de un prestigioso programa de televisión sobre literatura, vive una vida perfectamente acomodada junto a su esposa, Anne (Juliette Binoche) y su hijo, Pierrot (Lester Makedonsky).

Pickpocket

El significado o intención de los actos no se registra a priori por el guion o la forma cinematográficas sino que se revela o se descubre en el devenir de la filmación. Puede suceder o no suceder, pero es el sentido del acto de filmar. Robert Bresson es el cineasta aventurero. Aventura no como tema que se plasma en la película para etiquetarla en un género sino aventura en el terreno del medio y fin cinematográficos. Aventura real y no aventura exhibida y fotografiada.

El extraño viaje

El plano inicial de El extraño viaje reúne algunos de los principales atractivos de esta modesta (en cuanto a producción) pero extraordinaria (por sus logros) película: tras los títulos de crédito sobre un recorrido por las portadas de distintas publicaciones de la época (La codorniz, El Caso, Life, El Alcázar, Hola,…), la cámara sigue en panorámica hasta una rústica pared de cal blanca en la que aparece súbitamente una mano sosteniendo un corsé, mientras escuchamos las quejas de una mujer por el robo de una prenda idéntica; la cámara retrocede hasta encuadrar al grupo de

Rebelde sin causa

Si en la espléndida Johnny Guitar, rodada justo un año antes, Nicholas Ray nos ofrecía un western de marcado tono operístico, se podría calificar a Rebelde sin causa como una historia de bandas urbanas en clave de gran musical: el formato scope, determinante para una puesta en escena de tomas largas y dinámicas coreografías dentro del plano, la expresiva utilización de los colores tan característica en Ray (curiosamente, en un film concebido inicialmente en blanco y negro), y la potencia de

El grito

Quinto largometraje en la filmografía de Antonioni, El grito supone un punto de inflexión entre las primeras obras de estilo todavía balbuciente y la etapa de madurez iniciada con la célebre trilogía de la incomunicación (La aventura, La noche y El eclipse), en la que el director afianza su discurso de tono explícitamente existencialista para reflejar la complejidad de las relaciones humanas en la sociedad contemporánea.

Armonías de Werckmeister

En una pequeña ciudad, en un tiempo y lugar desconocidos, los habitantes se muestran inquietos por la llegada de un misterioso circo ambulante que amenaza con alterar la convivencia en las calles. Nadie sabe a ciencia cierta si los rumores que acompañan a la atracción del misterioso príncipe que viaja junto al cadáver de una enorme ballena son certeros, pero el nerviosismo y el desasosiego van haciendo mella en la multitud, siempre supersticiosa y fácilmente manipulable: “El mundo se está volviendo completamente loco. Pronto pasará algo malo. Y para rematar, pronto llegará el circo.

París, bajos fondos

En la historia del cinematógrafo hay pocas tragedias románticas en las que el peso de la mirada sea tan determinante como en ésta protagonizada por la prostituta Marie (Simone Signoret) y el rufián Georges Manda (Serge Reggiani) en el París de la Belle Époque recreado por Jacques Becker para su séptimo largometraje.

El buscavidas

No hay en la historia del cinematógrafo ninguna otra película con gestos como los de El buscavidas. El de Eddie Felson (Paul Newman) acariciando el tapete de una mesa de billar (fotograma 1) a su llegada al local en el que reina Minnesota Fats (Jackie Gleason) para retarle en duelo (“Viene a esta sala de billar cada noche a las ocho en punto. Quédate aquí, él te encontrará”). El del cliente que, cuando va a salir del local (el reloj justo a las ocho en punto), abre las puertas de par en par para ceder el paso a Minnesota Fats.

La última orden

En estos tiempos de escasez de ideas en los que tanto abundan las segundas y terceras versiones (los tan desprestigiados remakes), no sólo de algunos de los grandes clásicos (que la pereza de gran del público mantiene en el más oscuro de los olvidos) sino incluso de peliculitas rodadas hace apenas un par de décadas (¡que esa misma parte del público ya debe considerar antiguas!), es sorprendente que no exista todavía (o al menos yo no lo he sabido encontrar) un remake de una filme como La última orden, teniendo en cuenta la originalidad e ingenio de su pro

El camino de la esperanza

Si recuperar cualquier obra del olvidado Pietro Germi (además de la recurrente y, desde mi punto de vista no precisamente entre las más notables, Divorcio a la italiana) deparará sin ninguna duda más de una sorpresa al cinéfilo despistado, rescatar el cuarto largometraje del director genovés puede suponer una auténtica revelación para cualquier espectador contemporáneo por la rabiosa y dramática actualidad de su planteamiento argumental: ciertamente, resulta imposible no relacionar la epopeya de los mineros sicilianos en su éxodo en busca de la tierra prometida (Francia en este cas

El intendente Sansho

Siendo una de sus obras más duras temáticamente, El intendente Sansho es a la vez una de las películas formalmente más estilizadas de Kenji Mizoguchi. Una combinación con la que el director japonés nos ofrece algunas de las imágenes más terriblemente bellas de toda su filmografía para narrar esta historia sobre el amor y la caridad como elementos de resistencia frente a la opresión y la injusticia.
 

Vida de Oharu, mujer galante

Si hay un tema que se puede destacar del conjunto de la obra de Mizoguchi es su obsesión por reflejar el duro papel de la mujer en distintas épocas de la sociedad nipona, desde la era feudal hasta los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Esposas, geishas, princesas o concubinas son las principales protagonistas de la mayor parte de su filmografía, incidiendo muy especialmente en la denuncia de su situación de sometimiento frente al poder masculino, ya sea en la esfera política, laboral o familiar.

El circo

Toda la vida seré un clown, nada más ni nada menos, lo que me sitúa a mucha más altura que cualquier político
Charles Chaplin
 

Vidas rebeldes

Puntualización previa: no me encuentro entre los admiradores acérrimos de la obra de John Huston, un director para mi gusto a la sombra de su propio personaje, con una obra irregular y en bastantes ocasiones carente de un estilo reconocible (significativa en este sentido la cita que encabeza la página del director en esta misma web) y que se encuentra, desde mi punto de vista, un escalón por debajo de los grandes autores que abordaron los dos géneros más presentes en su filmografía, el del cine negro y el de aventuras (pienso principalmente en

Río salvaje

El esfuerzo por dignificarse es el tema de fondo de toda mi obra. Ya sea a través del reconocimiento interno de la verdad de uno de mis personajes. Ya sea a través de un personaje que hace acopio de valor para actuar sobre una situación imposible que está atentando contra su dignidad. Ya sea, simplemente, a través del torbellino de las relaciones humanas o de un conflicto entre un aspecto de su personalidad y otro”
Elia Kazan
 

Cautivos del mal

Cautivos del mal arranca con un majestuoso travelling de una grúa en un enorme plató de cine (fotograma 1), la imagen en plano general retrocede ante el avance del equipo de rodaje hasta llegar a un plano corto del director Fred Amiel (Barry Sullivan) en el momento en que le pasan una llamada de Jonathan Shields (Kirk Douglas), llamada que el director rechaza con evidente satisfacción, al igual que posteriormente harán la actriz Georgia Lorrison (Lana Turner) y el escritor James Lee Bartlow (Dick Powell).
 

El crepúsculo de los dioses

“Pobre imbécil, siempre quiso una piscina. Al final consiguió su piscina, pero a un precio demasiado alto”
 
Quien así habla de sí mismo es el cadáver de Joe Gillis (William Holden), que encontramos al inicio del film flotando en la piscina de una gran mansión de Los Ángeles. Una voz en off mediante la cual el protagonista nos narrará la trágica historia de sus últimos seis meses de vida ofreciéndonos de paso una de las más despiadadas visiones de Hollywood que se haya rodado jamás desde la misma fábrica de sueños.
 

Delitos y faltas

Los denominados temas existenciales en mi opinión siguen siendo los únicos temas que vale la pena tratar. Cada vez que se trata de otros temas se están rebajando los objetivos. Uno puede apuntar hacia cosas muy interesantes, pero para mí no es lo más profundo. No creo que se pueda aspirar a mayor profundidad que a los denominados temas existenciales, los temas espirituales
Woody Allen
 

Amarcord

La memoria en sí no es la clasificación inmutable de algo, es el recuerdo creado por uno mismo, siempre problemático y cambiante, de un hecho vivido emocionalmente. La memoria somos 'nosotros mismos' que cultivamos, 'incubamos', mimamos y transformamos algo que creemos que nos ha pasado de una cierta forma. No existe la memoria en tanto que fenómeno inmutable
Federico Fellini
 

Lolita

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar, para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.”
(Lolita, Vladimir Nabokov)
 

Y el mundo marcha

The Crowd (mucho mejor el título original) es, como explica el director, la historia de la vida de un hombre común, uno más entre la multitud, único e individual pero perfectamente reconocible en sus vicisitudes, anhelos, logros y decepciones.

Cuentos de Tokio

Como tantas otras películas de Ozu, Cuentos de Tokio arranca con unos planos exteriores atendiendo siempre a los mismos motivos (fotograma 1): un tren surcando el horizonte, tejados de edificios en la ciudad, ropa tendida al viento, unos escolares caminando por la calle. Es el prólogo que el director repite incansablemente en cada una de sus películas, de la misma manera que su personalísima puesta en escena (focal fija de 50mm, cámara a ras de suelo, uso del campo/contracampo) marca formalmente toda su obra. Se trata, como dice Ozu, de observar los detalles más cotidianos de la manera más simple y natural posible para llegar a transmitir la esencia de la vida.

Madre e hijo

Como es sabido, la pintura es una de las fuentes esenciales de inspiración de Sokurov, y Madre e hijo es, desde luego, una de sus obras más pictóricas. Aquí, una referencia en particular se eleva por encima de las demás: la gran figura del Romanticismo alemán, Caspar David Friedrich, el artista que supo llevar al lienzo tal vez como ningún otro en Occidente la dimensión cósmica y sagrada de la naturaleza. Las afinidades entre los dos son tan manifiestas que casi podría decirse que el encuentro era inevitable. Y ese encuentro es Madre e hijo.

El salario del miedo

El microcosmos de esta película es una babel turbulenta donde franceses, hispanos, italianos, norteamericanos y alemanes se toleran con dificultad, atrapados en un pueblucho marginado llamado Las Piedras del que no pueden escapar: no hay trabajo, no hay dinero, hay deudas con la justicia en otro sitio.

¿Dónde está la casa de mi amigo?

Después de una decena de cortometrajes y mediometrajes sobre la infancia (la mayor parte de ellos producidos por el Instituto para el Desarrollo Intelectual de Niños y Jóvenes Adultos), ¿Dónde está la casa de mi amigo? se establece como un punto de inflexión en la filmografía de Abbas Kiarostami, tanto por erigirse en la culminación temática de su obra anterior, como por impulsar el reconocimiento internacional del director, ineludible presencia a partir de entonces en los más prestigiosos festivales cinematográficos del mundo.

Isn't Life Wonderful

Los títulos de presentación de Isn't life wonderful nos advierten de que nos encontramos ante una obra en la que “no hay acciones trepidantes ni melodramas desaforados”, muy alejada por tanto de las producciones de gran formato más célebres del director. Situada en la Alemania devastada tras el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, la película se centra en la lucha por la supervivencia de una familia de refugiados polacos que son trasladados a Berlín, una ciudad asolada por el hambre, la miseria y la falta de trabajo. Y es justamente ese tono alejado del gran melodrama y centrado en los pequeños detalles que describen la dura cotidianidad de la familia protagonista, lo que confiere su mayor atractivo a la película.

El mundo de Apu (Apur Sansar)

Si La canción del camino (1955) vertebraba su narración en torno a la relación del pequeño protagonista con su hermana, Durga, y Aparajito (1956) lo hacía en la del adolescente Apu con su madre, Sarbojaya, El mundo de Apu, título que cierra la trilogía, se centrará en el descubrimiento del sentimiento amoroso del protagonista (Soumitra Chatterjee), a través de su relación con la joven Aparna (Sharmila Tagore), con quien contraerá matrimonio prácticamente por accidente (sustituto a última hora del novio – presa de un ataque de locura justo antes de la ceremonia - en la boda a la que acude como invitado por el primo de Aparna).

Ordet

Ordet se abre con un plano general con una panorámica de izquierda a derecha del exterior de la granja de la familia Borgen, seguida de un plano corto con el mismo movimiento sobre el nombre de la propiedad (Borgensgaard). No es un detalle casual, por cuanto el movimiento en panorámica va a ser el recurso formal con que Dreyer va a articular con su habitual maestría esta nueva reflexión sobre el poder de la fe como creencia íntima y personal enfrentada a una concepción dogmática y represora de la religión.

Días de vino y rosas

Escoger a un actor o actriz para un papel que no se ajusta a sus características físicas o a sus aparentes cualidades interpretativas es un recurso muy en boga en el cine contemporáneo (en el que cualquier actor de prestigio no es lo suficientemente valorado hasta que no haya encarnado a un personaje para el que le haya sido necesario ganar o perder sesenta quilos, o que se encuentre a las antípodas de los papeles más característicos de su filmografía) pero mucho menos en el cine clásico, en donde las grandes estrellas no tenían ningún complejo en encarnar una y otra vez un mismo p

El séptimo sello

Si hay una imagen en la historia del cinematógrafo que exprese la búsqueda a una respuesta sobre la existencia de Dios, ésta es para mí la del caballero Antonius Block (Max von Sydow) mirando fijamente a los ojos de la condenada por brujería (Maud Hansson), a punto de morir quemada en la hoguera (fotograma 1). Ante la ausencia total de cualquier rastro del Dios por el que ha combatido durante diez años en Tierra Santa, el extenuado combatiente intenta hallar algún indicio del mismo a través de la figura del diablo (“Quiero verle y preguntarle por Dios. Él sabe más que nadie y me revelará”), pero su desesperado gesto es en vano: “Lo único que veo es el horror que paraliza tus pupilas. Nada más”, declara contrariado ante el rostro aterrorizado de la joven.

Ladrón de bicicletas

El título de la película no deja ningún resquicio para la duda y, desde la primera secuencia en la que vemos a Antonio (Lamberto Maggiorani) comprometerse a tener disponible su bicicleta para poder conseguir el ansiado empleo como fijador de carteles (“Dios, ¡un trabajo!”), sabemos que está destinado a convertirse en el ladrón que da nombre a la que se convirtió desde su estreno en una de las grandes obras maestras del neorrealismo italiano.

Tierra

Tierra elabora y amplifica el final de Arsenal (1929), la anterior película de Dovjenko, para mostrar la indestructibilidad de la clase trabajadora (en esta ocasión, los campesinos). Frente a la complejidad airada de aquella, destaca por su carácter simple y contemplativo, por la lentitud de su tempo.

Teniente corrupto

Teniente corrupto se inicia con el audio de un periodista deportivo comentando la evolución de la final de la liga de béisbol norteamericana. El dato no es baladí, puesto que las series finales van a marcar el tiempo de vida que le queda al protagonista de la película (inmenso, Harvey Keitel), un oficial de policía del que nunca sabremos su nombre y que en los créditos aparece mencionado como LT (abreviación de lieutenant).

Luces de la ciudad

En la magistral secuencia inicial de la que es posiblemente la mejor comedia romántica de la historia del cinematógrafo, Charles Chaplin nos ofrece una ristra de momentos a cual más lacerante en los que el sempiterno personaje del vagabundo hace saltar por los aires la solemne ceremonia de inauguración de un ostentoso monumento público: primero, apareciendo plácidamente dormido en el regazo de una de las figuras escultóricas al ser izada la lona que cubre el conjunto; y seguidamente, enganchándose sus pantalones en la espada de una segunda figura, para acabar depositando sus nalgas en pleno rostro de la misma, ante la indignación de las autoridades y público asistente.

Cielo negro

Cielo negro encierra una de las escenas más significativas de la historia del cine español, el largo travelling, sucedáneo de plano secuencia, en el que la cámara sigue a Emilia (Susana Canales) desde el viaducto de la calle Bailén hasta la Basílica de San Francisco el Grande en Madrid (fotograma 1), un travelling que no deja de ser reflejo del país del momento, del juicio sobre el papel femenino en la sociedad de mediados del siglo XX español.