Título Original: The Godfather / Año: 1972 / País: Estados Unidos / Productora: Paramount Pictures / Albert S. Ruddy Production / Duración: 119 min. / Formato: Color - 1.85:1
Guión: Francis Ford Coppola, Mario Puzo (Novela: Mario Puzo) / Fotografía: Gordon Willis / Música: Nino Rota
Reparto: Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire, Richard Castellano, Sterling Hayden, Gianni Russo, Rudy Bond, John Marley, Richard Conte, Al Lettieri, Abe Vigoda, Franco Citti, Lenny Montana, Al Martino, Joe Spinell, Simonetta Stefanelli
Fecha estreno: 14/03/1972 (NY)
“El poder. Los intereses del poder; ese sí que es un tema que me apasiona. Porque lucho contra el poder. Mi problema, en la industria cinematográfica e incluso en el mundo cultural, es que piso los terrenos de gente que controla lo que querría controlar yo. Es la historia de siempre. Y naturalmente este tema me obsesiona”
Francis Ford Coppola
“Yo creo en América”, afirma Bonasera en primer plano mientras la cámara retrocede en un lento travelling hasta hacer aparecer la silueta de Vito Corleone (Marlon Brando) que, con un ligero gesto de la mano, hace una indicación para que le sirvan una copa a su invitado (fotograma 1). El plano que abre El padrino resume en una única y magnífica toma la idea del poder que tanto obsesiona a Coppola, uno de los temas centrales de esta espléndida película. Estamos sin lugar a dudas ante una de las obras mayúsculas del séptimo arte, resultado de una conjunción de elementos raras veces dada en la historia del cine: el guion de Mario Puzzo y el mismo Coppola, la fotografía de Gordon Willis, la banda sonora de Nino Rota (para quien esto escribe, la mejor partitura cinematográfica nunca escrita) y un reparto absolutamente extraordinario (que incluía la arriesgada apuesta de otorgar uno de los papeles principales a un novato Al Pacino) se aúnan en perfecta armonía para ofrecer, junto a la magistral puesta en escena de un Coppola en estado de gracia, una de las obras cumbre del arte del siglo XX.
Bastaría la larguísima secuencia inicial de la boda de Connie (Talia Shire) para incluir la película dentro de las grandes obras maestras de la cinematografía mundial: la presentación de los personajes es modélica y la puesta en escena (mediante un montaje paralelo que alterna las luminosas imágenes exteriores de la celebración con las tomas en claroscuro en el imponente despacho de Vito Corleone) plantea con maestría el conflicto principal de la historia: el dilema entre la moral y la familia, dos conceptos que no necesariamente van de la mano en no pocas ocasiones. “Así es mi familia, no yo”, le confiesa Michale Corleone (Al Pacino) a su prometida Kay (Diane Keaton) durante la boda, después de describirle los peculiares métodos de su padre para los negocios. Y esa confesión se adivina más como un deseo que como una realidad, como muy pronto acabará descubriendo el propio Michael.
Tres momentos escenifican la progresiva integración de Michael en el seno de la familia Corleone, desde el gesto inconsciente, pasando por la implicación emocional, hasta llegar a la plena asimilación: en primer lugar, mediante el gesto inconsciente, cuando Michael toma del brazo a Kay para que esta aparezca en la foto familiar de la boda de Connie (fotograma 2); seguidamente, a través de la implicación emocional, en la brillante secuencia en la que logra evitar que los pistoleros de Sollozzo (Al Lettieri) acaben con la vida de Vito Corleone (convaleciente en el hospital después de un primer atentado); y por último, con la plena asimilación, en la decisión de Michael de perpetrar personalmente la venganza familiar con el asesinato de Sollozzo y el corrupto Capitán McCluskey (Sterling Hayden).
A partir de este acto crucial, el joven Michael se convierte ya en un auténtico Corleone, una conversión que será plena y definitiva después de su estancia en la Sicilia natal de sus antepasados (en donde se refugia tras llevar a cabo su venganza). Este episodio siciliano, ubicado justo en la parte central del metraje, ofrece los momentos más emotivos de la película, apoyados en la bellísima partitura de Nino Rota: el descubrimiento de la joven Apollonia (Simonetta Stefanelli) por parte de Michael, el paseo de la pareja seguida de las mujeres de la familia, o el hermoso plano del abrazo de los recién casados en la noche de bodas (fotograma 3), son algunas de las imágenes que ilustran los únicos momentos de plena felicidad de Michael. Una felicidad que se verá bruscamente truncada con el asesinato de Apollonia, víctima accidental de un atentado que tenía por objetivo al propio Michael.
La muerte de Apollonia en Sicilia coincide con el asesinato en Nueva York de Sonny (James Caan), víctima de un sanguinario tiroteo a manos de los pistoleros de una de las familias rivales, lo que, tras el regreso de Michael, da lugar al traspaso de poder de un cansado Vito hacia el hijo pródigo, el nuevo padrino (inevitable destacar en este punto la admirable interpretación de un Al Pacino que, mediante el gesto y la mirada, obra el milagro de plasmar la transformación que sufre su personaje a lo largo de la película). Un traspaso de poderes que es prácticamente una maldición que el viejo Vito había querido evitar a toda costa al más joven de sus hijos, tal como le confiesa en la memorable secuencia de la última conversación entre ambos (fotograma 4): “Sabia que Santino iba a pasar por todo esto. Y Fredo… Pero nunca pensé que fueras tú. He trabajado toda mi vida por el bienestar de mi familia. Y me he negado a ser un muñeco movido por los hilos de todos esos peces gordos. No me arrepiento, es mi vida. Pero pensaba que cuando llegara tu momento podrías mover esos hilos. Senador Corleone, gobernador Corleone, algo. Bueno… no ha habido tiempo, Michael, no ha habido tiempo”. Una confesión que, además de suponer la admisión del fracaso personal por parte de Vito Corleone, Coppola utiliza para poner en el punto de mira a las esferas políticas de la demócrata América, aquellas que verdaderamente “mueven los hilos” del poder que tan obsesivamente persigue la familia Corleone.
David Vericat
© cinema esencial (noviembre 2013)
Comentarios
Aprovechando el viaje a
Las dos primeras forman un
Acabo de descubrir esta
Bianvenida y muchas gracias,
Molt bona la resenya
Moltes gràcies!
No se cuantas veces he visto
Los clásicos invitan siempre