Título Original: The Honeymoon Killers / Año: 1970 / País: Estados Unidos / Productora: Cinerama Releasing Corporation / Duración: 108 min. / Formato: BN - 1.85:1
Guión: Leonard Kastle / Fotografía: Gustav Mahler / Música: Oliver Wood
Reparto: Shirley Stoler, Tony Lo Bianco, Mary Jane Higby, Doris Roberts, Kip McArdle, Barbara Cason
Fecha estreno: 04/02/1970 (N.Y.)
De entre los “directores de una sola película”, el caso de Leonard Kastle es sin duda uno de los más singulares de la historia del cinematógrafo. Compositor, libretista y director de ópera, este músico neoyorkino recibió el encargo del productor televisivo Warren Steibel de realizar un tratamiento cinematográfico de la historia real de los asesinos de Lonely Hearts, Raymond Martínez y Martha Beck, ejecutados en la silla eléctrica en marzo de 1951 después de varios asesinatos cometidos en 1949. Una vez escrito el guion y elegidos los dos intérpretes principales, Shirley Stoler y Tony Lo Bianco, productor y guionista acuerdan ofrecer la dirección de la película a un jovencísimo Martin Scorsese pero, tras un par de semanas de rodaje, y en desacuerdo con el trabajo de éste, deciden despedirlo y contratar a Donald Volkman, un cineasta industrial completamente desconocido que tampoco durará más de diez días en el puesto y que será finalmente sustituido por el propio Leonard Kastle, un completo neófito tras la cámara.
Del trabajo de Scorsese queda, al parecer, la primera secuencia de la película, en la que vemos a la enfermera jefe Martha Beck comportándose despóticamente con dos de sus subalternos (rodada básicamente en un largo plano secuencia en el que podemos reconocer el estilo del director de Malas calles), y la escena en la que Martha está a punto de ahogarse cuando, despechada por el trato excesivamente atento que Raymond dedica a una de sus víctimas a orillas de un lago, la protagonista se aleja nadando aguas a dentro (fotograma 1). Desconocemos la aportación del inédito Volkman, pero me atrevo a aventurar que no debió ser muy significativa, por cuanto el resto de la película muestra una brillante unidad formal que bien cabe atribuir al sorprendente trabajo de Kastle, responsable en definitiva del resultado final de la que sería a la postre su sorprendente y única incursión en el ámbito cinematográfico.
Con una puesta en escena que nos hace pensar en los primeros trabajos de Cassavetes (tanto por el trabajo de los actores como por la planificación de las tomas), Kastle estructura la primera parte de la película a base de pequeñas secuencias unidas por bruscos cortes temporales que van haciendo avanzar la historia de la relación entre la pareja protagonista: Martha se decide a escribir a una agencia de relaciones sentimentales – corte a Raymond escribiendo una carta a la protagonista (mientras vemos en su escritorio una colección de retratos de algunas de sus anteriores conquistas) – corte a la enfermera leyendo la carta de Raymond que da paso a una sucesión de misivas cada vez más íntimas hasta que se produce la esperada cita – corte a Ray en el apartamento de Martha (en el que se nos da una primera muestra del peculiar comportamiento de la pareja, cuando Martha le endosa un par de somníferos a su madre para poder acostarse con Raymond) – corte a Martha llorando desconsoladamente por la marcha de Raymond – corte a éste en el tren contando satisfecho el dinero que le ha sonsacado a la enfermera – corte a Martha melancólica en la cama en el momento en el que recibe una nueva carta de Ray (en la que supuestamente le anuncia que ya no se volverán a ver) – corte a Ray respondiendo una llamada telefónica en la que Martha simula un intento de suicidio hasta que consigue que éste le ofrezca que vaya a visitarle – corte a Martha llegando al apartamento de Ray – corte a la pareja ante los retratos de las víctimas de Ray mientras Martha escucha en silencio el relato de su amante acerca de su peculiar modo de vida – corte a la pareja sellando con un apasionado beso el inicio de la que será su macabra relación amorosa…
Esta misma estructura aparece en la secuencia del asesinato de la primera víctima mortal de la pareja (siguiendo un patrón de conducta idéntico en cada caso: haciéndose pasar por hermanos, la pareja busca viejas solteronas con las que el apuesto Ray contrae matrimonio para desvalijarlas poco después y desaparecer sin dejar rastro): la misma noche de bodas, incapaz de contener los celos por el efusivo comportamiento de la recién casada (Marilyn Chris) hacia Ray, Martha le pide a su amante que le suministre un puñado de somníferos – corte a la víctima completamente drogada en el asiento de un autobús justo en el momento en el que es abandonada por Ray, y donde será hallada muerta pocos minutos después.
Kastle no se limita a la pura ilustración de la macabra carrera de la pareja, sino que intenta comprender el amoral comportamiento de sus personajes. Así, mientras Raymond es un simple timador que actúa única y exclusivamente por dinero, la conducta de Martha está marcada por la necesidad de retener a toda costa a Ray a su lado, fruto de un amor obsesivo que, hemos visto, nace de la completa ausencia de cualquier muestra de afecto hacia ella en su vida pasada (tanto en su ámbito laboral como social o familiar). En estas circunstancias, la sucesión de asesinatos se muestra siempre como un terrible e inevitable acontecimiento que sucede casi a pesar de sus ejecutores: Martha recurre al asesinato simplemente para eliminar a sus posibles contrincantes mientras que Ray, que no pretende a priori matar a ninguna de sus víctimas, utilizará la determinación de Martha para acabar con ellas cada vez que esté a punto de ser descubierto. Esto es evidente en la durísima secuencia del asesinato de la segunda víctima de la pareja: en plena noche, y ante el comportamiento angustiado de la recién casada Janet (Mary Jane Higby), temerosa por el paradero de sus joyas, Ray se limita a dejar un martillo a la vista de Martha para, con una fugaz mirada, indicarle lo que debe hacer a continuación (fotograma 2); “Si me quieres, hazlo ¡Hazlo ya!”, insiste ante la indecisión de Martha, que finalmente lanzará el golpe mortal sobre Janet.
A la mañana siguiente del asesinato de Janet, vemos a Martha limpiando el escenario del crimen en un plano general que, por la estructura de las paredes, produce la extraña impresión de estar viendo a la protagonista en un escenario o, mejor, en el interior de la pantalla de un viejo televisor (fotograma 3). Kastle nos convierte en la audiencia de un truculento serial del que será igualmente espectadora la siguiente víctima de la pareja: tendida en la cama después de que Martha le suministre sus somníferos, vemos en plano detalle sus aterrorizados ojos siguiendo la conversación en off de Martha y Ray (fotograma 4), justo antes de ver aparecer un revolver apuntándole en la sien y dispararse. De nuevo, en este caso, el asesinato se produce por los celos enfermizos de Martha: la confesión de Delphine (Kip McArdle) a su falsa cuñada de que está embarazada de Ray, provoca la inmediata reacción de la despechada enfermera que, tras acabar con Delphine, culminará con el posterior asesinato de la hija de ésta (en un terrorífico plano secuencia que fija la cámara en el rostro desencajado de Ray mientras escucha la atroz ejecución que acontece en el fuera de campo – fotograma 5) y la posterior auto delación de Martha, entregándose finalmente a la policía como reacción de desengaño ante la traición de Ray.
El plano de Martha en prisión leyendo la carta de Ray poco antes de ser ejecutada (fotograma 6) es la fría imagen que cierra esta siniestra y trágica historia de amor.
David Vericat
© cinema esencial (abril 2018)