Título Original: À bout de souffle / Año: 1960 / País: Francia / Productora: Impéria Films / Société Nouvelle de Cinema / Duración: 89 min. / Formato: BN - 1.33:1
Guión: Jean-Luc Godard (Argumento: François Truffaut) / Fotografía: Raoul Coutard / Música: Martial Solal
Reparto: Jean-Paul Belmondo, Jean Seberg, Daniel Boulanger, Henri-Jacques Huet, Roger Hanin, Jean-Pierre Melville, Jean-Louis Richard, Claude Mansard, Jean-Luc Godard
Fecha estreno: 16/03/1960 (Francia)
À bout de souffle es una historia de amor atrapada en un film de género negro. Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) pretende volver a acostarse con la bella Patricia (Jean Seberg) pero el destino le coloca una pistola en la guantera de un coche robado, y las pistolas, en una película de género negro, están para ser disparadas (“Es normal: los denunciadores denuncian, los ladrones roban, los asesinos matan, los amantes aman”), con lo que el pretendido amante se convierte en prófugo asesino. Perseguido de forma implacable por el inspector de policía Vital (Daniel Boulanger) y, aún más encarnizadamente por un Godard empeñado en mantener la ficción bajo los códigos del cine policiaco (hasta el punto de materializarse en la película en forma de transeúnte acusador – “los denunciadores denuncian”), Michel encontrara refugio únicamente en la pequeña habitación de hotel de Patricia (fotograma 1), a la que intentará convencer para que acceda a acostarse de nuevo con él con argumentos de elocuencia incontestable (“Dime algo bonito”; “Quiero acostarme otra vez contigo porque eres guapa”).
En su primer largometraje, Godard traspone los géneros (confina a su pareja de enamorados en una historia policíaca al tiempo que hace aparecer al maestro del género negro francés, Jean-Pierre Melville, como un exitoso escritor de novelas románticas) y hace saltar por los aires la narrativa tradicional del cine clásico que tanto había reivindicado en su etapa como crítico en Cahiers du Cinéma: cortes sin continuidad, repeticiones, miradas a cámara, desincronías sonoras… Godard utiliza la escasez de recursos como una vía para esbozar la que será su personalísima narrativa, desarrollada a partir de entonces en una filmografía tan inquieta como prolífica y de caminos poco explorados (a sus ochenta y cinco años, Godard es, hoy en día, un auténtico y solitario francotirador del cinematógrafo).
Entre el dolor y la nada “yo elegiría la nada. El dolor es un compromiso. Yo quiero todo o nada”, arguye Michel como respuesta a la cita de un fragmento de Las palmeras salvajes de Faulkner que lee Patricia. Personaje siempre en movimiento (“No hay que parar nunca. Como decía el viejo Bugatti: con los coches se anda, no se para”), Michel recrimina constantemente a Patricia su cautela a la hora de decidirse a acompañarle en su huida sin rumbo ni destino (“Eres idiota. Ya te he dicho que el peor de los pecados es ser cobarde”). Y es que Michel parece no tener consciencia del personaje que Godard le obliga a representar, tal como vemos en la secuencia en la que el protagonista se detiene con rostro desconcertado frente a la icónica imagen de Humphrey Bogart, en una vitrina publicitaria de Más dura será la caída (fotograma 2 - el personaje enfrentado a su referente genérico que, en una doble pirueta, acabará convirtiéndose él mismo, y su ya mítico gesto del pulgar en los labios, en figura icónica del cinematógrafo).
La inconsciencia de Michel confrontada con los miedos y dudas de Patricia (“Es verdad, tengo miedo, porque querría que me amaras, y a la vez quisiera que dejaras de hacerlo”), hasta el punto de precipitar el trágico e inevitable destino de su amante para evitar enfrentarse a sus propios sentimientos: “No quiero estar enamorada de ti. Por eso he llamado a la policía. El hecho de ser cruel contigo demuestra que no lo estoy”. O quizá haya en el gesto traidor de Patricia el deseo de preservar para siempre la imagen idealizada de Michel, manteniéndolo a salvo del paso del tiempo al que ella quedará inapelablemente sometida (“¿Tienes miedo de envejecer? Yo sí”, le confiesa Patricia a Michel poco antes de delatarle).
Por primera vez consciente de sus sentimientos (“Estoy en un lio y enamorado”), Michel acepta resignado el destino al que le aboca su amada (“Ya estoy harto. Estoy cansado, Quiero dormir”) y emprende una última y autoinmolatoria huida hasta caer abatido sobre el asfalto por los disparos de la policía, en el que quedará para siempre como uno de los más célebres planos de la filmografía de Godard (fotograma 3). Un travelling que paradójicamente inspiraría a Samuel Fuller para su escena final de Underword USA, en un curiosísimo caso de referencias bidireccionales: del género negro norteamericano al film de Godard y, de éste, de regreso al referente original a través del título firmado por Fuller.
David Vericat
© cinema esencial (agosto 2015)
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Comentarios
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