Título Original: Bend of the river / Año: 1952 / País: Estados Unidos / Productora: Universal International Pictures / Duración: 91 min. / Formato: Color - 1.37:1
Guión: Borden Chase (Novela: William Gulick) / Fotografía: Irving Glassberg / Música: Hans J. Salter
Reparto: James Stewart, Arthur Kennedy, Rock Hudson, Julia Adams, Lori Nelson, Harry Morgan, Jay C. Flippen, Chubby Johnson, Stepin Fetchit, Howard Petrie, Frances Bavier, Jack Lambert
Fecha de estreno: 23/01/1952 (Portland, Oregon)
“Me gusta que un hombre se marque una línea de conducta, la respete y la haga respetar. Ello solo ya es digno de estima. Sabe dónde se encuentra, sabe adónde se dirige... ¡Y llega a dónde quiere llegar!”
Anthony Mann
Segundo de las cinco westerns que Antony Mann realizó con James Stewart, tras su primera colaboración en la vigorosa Winchester 73 (1950), Horizontes lejanos es uno de los títulos en los que el director mejor ha plasmado algunos de los elementos más recurrentes de su filmografía: un personaje perseguido por el pasado, la idea del viaje como búsqueda de redención y la presencia del paisaje como un elemento determinante en la acción.
La imagen que sirve de fondo a los títulos de crédito iniciales es ya elocuente respecto a la importancia que el viaje y el paisaje van a tener en la película: un plano contrapicado de una caravana avanzando lentamente sobre un suelo pedregoso, con la silueta de las cimas nevadas de una montaña al fondo (fotograma 1), transmite la idea del duro trayecto al que se enfrentará el pistolero Glyn McLyntock (James Stewart) en su huida de su propio pasado (“¿De quién está huyendo?”, “De un hombre llamado Glyn McLyntock”) para iniciar una nueva vida como granjero al lado de los colonos a los que sirve de guía. Un pasado marcado por un acontecimiento crucial que Mann nos desvela de manera magistral con apenas un gesto del protagonista, justo antes de salvar a Emerson Cole (Arthur Kennedy) de ser linchado por unos vaqueros (un acto que Glyn lleva a cabo con una determinación que será uno de los rasgos principales de su comportamiento, tal como señala el propio Mann en la cita que encabeza esta reseña): la mano de Glyn tocándose de forma instintiva su propia garganta ante la escena del inminente linchamiento (fotograma 2) nos habla claramente de la traumática e idéntica experiencia que el mismo protagonista sufrió en un pasado no demasiado lejano.
Este paralelismo entre los dos personajes operará durante toda la historia como resorte a partir del cual se vertebra el conflicto principal de la trama: Cole representa para Glyn la imagen de pasado que le persigue implacablemente y que parece empeñado en negarle cualquier posibilidad de redención, tal como le recuerda constantemente el propio Cole poniendo en duda su determinación de emprender una nueva vida como granjero y, más adelante, tentándole para traicionar a los colonos y robarles los víveres que deben transportar hasta su asentamiento. En este sentido, se puede establecer un símil de la situación del protagonista con la de un ex alcohólico que lucha desesperadamente por no volver a caer en su adicción (en este caso, la de la violencia), tal como vemos en la secuencia en la que Glyn, completamente fuera de sí, está a punto de matar con su cuchillo a uno de los miembros de la caravana que intentan amotinarse para robar los víveres de los colonos.
Así mismo, esta persecución del pasado se verá reforzada por la mirada condenatoria del viejo líder de la caravana, Jeremy Baile (Jay C. Flippen), el cual, preocupado por la relación de Cole con su hija Laura (Julie Adams), expresa su convencimiento acerca de la imposibilidad de integración en la comunidad del pistolero, al que considera “una manzana podrida que hay que separar del resto para evitar que se estropeen” (fotograma 3 - una sentencia que Glyn, que mantiene en secreto su pasado, no puede evitar escuchar como dirigida a su propia persona).
Después de su paso por la pequeña población de Portland, en donde adquieren las provisiones que habrán de recibir en invierno, y tras dejar allí Cole y a Laura Baile (herida por la una flecha durante una emboscada de los indios a la caravana - un episodio que afianzará la complicidad inicial entre Glyn y Cole), los colonos emprenden la última etapa de su viaje a la “tierra prometida”. Sin embargo, una vez establecidos en su nuevo hogar, y preocupados por la falta de noticias acerca de sus provisiones, Glyn y Baile regresan a Portland para encontrarse con una ciudad a la que la fiebre del oro ha convertido en un antro de violencia y corrupción y en la que el magnate de la población, Tom Hendricks (Howard Petrie), mantiene retenidas sus provisiones a causa de la inflación que ha supuesto la llegada el oro a la ciudad.
Tras un tiroteo con los hombres de Hendricks, Glyn y Baile Baile huyen con las provisiones junto a Laura, Cole y Trey Wilson (Rock Hudson), un apuesto jugador que se une a los fugitivos (en un personaje completamente accesorio que supone, desde mi punto de vista uno de los dos aspectos más cuestionables del film. El segundo, como no deja de ser habitual en la obra de Mann, es el tratamiento de los personajes femeninos, casi siempre muy poco desarrollados, tal como confesaba el propio director, no sin ciertas dosis de ironía: “En el western siempre se incluye una chica porque sin ella la película no funcionaría. Nunca es necesaria pero todo el mundo parece convencido de que no se puede pasar sin ella. Y siempre te encuentras con problemas con esa chica cuando llegas al combate con los indios, o a las escenas de la persecución: entonces es necesario inventar una argucia para mandar a la chica a un lugar donde no haya que filmarla. Sí, la mujer no tiene demasiada importancia en el western, es triste de admitir...”. Una idea que, en todo caso, el maestro Ford se encargó de rebatir de manera magistral en buena parte de sus aportaciones al género).
Salvedades de guion al margen, es a partir de esta huida cuando el film nos ofrece sus mejores momentos, con el trayecto de los fugitivos a través de un paisaje agreste y salvaje que pondrá a prueba la determinación de los personajes (pocas veces como en esta película se ha filmado de manera tan física el avance de una carreta por un territorio inhóspito y prácticamente virgen) y que servirá de escenario para el enfrentamiento final entre Glyn y Cole. Una lucha a muerte con la que el protagonista conseguirá finalmente liberarse de la sombra de su pasado, del que únicamente conservará la marca en el cuello de la soga con la que estuvo a punto de saldar sus cuentas (fotograma 4).
David Vericat
© cinema esencial (abril 2014)