La gran guerra

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La gran guerra
Director:
Mario Monicelli

Título Original: La grande guerra / Año: 1959 / País: Italia - Francia / Productora: Dino de Laurentiis Cinematografica / Gray-Film / Duración: 135 min. / Formato: B/N - 2.35:1
Guión: Mario Monicelli, Furio Scarpelli, Luciano Vincenzoni, Agenore Incrocci / Fotografía: Giuseppe Rotunno, Giuseppe Serrandi, Leonida Barboni, Roberto Gerardi / Música: Nino Rota
Reparto: Alberto Sordi, Vittorio Gassman, Silvana Mangano, Folco Lulli, Bernard Blier, Romolo Valli, Vittorio Sanipoli, Nicola Arigliano
Fecha de estreno: 05/09/1959 (Festival de Venecia)

El paso de unas botas militares sobre el barro, el rancho de comida en una enorme olla, un cuchillo cortando una hogaza de pan, una cantimplora llenándose de agua, unas manos que lían un cigarrillo con los restos de varias colillas, otras escribiendo una carta de despedida o zurciendo un botón... Los títulos de crédito iniciales de La gran guerra (fotograma 1) se suceden sobre planos detalle de algunos de los momentos más cotidianos de soldados anónimos en el momento de partir hacia el frente, toda una declaración de intenciones del director Mario Monicelli a la hora de fijar el tono de esta obra maestra del cine antibelicista, para mi gusto una película muy superior a las aclamadas La gran ilusión o Senderos de Gloria, por citar dos de los títulos que nunca faltan encabezando cualquier lista que se precie sobre los mejores films del género. Y es que, frente a la solemnidad de los títulos citados, la propuesta de Monicelli se articula en torno a un delicadísimo equilibrio entre la comedia y el drama que pone en evidencia los aspectos más terriblemente absurdos de cualquier contienda bélica, consiguiendo en no pocas ocasiones congelar la carcajada del espectador con las terribles imágenes que se suceden de manera inexorable tras los episodios más hilarantes.
 
“He dejado a mi madre para venir a ser soldado...”
 
Estructurado a modo de pequeños episodios que se distribuyen en siete grandes capítulos (encabezados por sendas estrofas de canciones populares sobre la guerra adaptadas magistralmente por Nino Rota, autor de la banda sonora), el film se inicia con la divertidísima secuencia del encuentro entre los dos protagonistas, Oreste Jacovacci (Alberto Sordi) y Giovanni Busacca (Vittorio Gassman), en la oficina de reclutamiento de los soldados (para ganarse una recompensa, Oreste le hace creer a Giovanni que mediará ante el oficial para hacer que sea declarado no apto para el ejército). A partir de este momento, y después de ser finalmente reclutados, seguiremos las andanzas de los dos personajes en su desesperada lucha por la supervivencia mediante las más diversas tretas para mantenerse lo más alejados posible del frente de guerra.
 
 “Conmigo el discurso patriota te lo puedes meter en la sagrada parte porque no funciona, ¿entendido? Para empezar, esta no es mi guerra. Mi guerra es contra los aprovechados, los embaucadores, las malas bestias. Y a esos se les puede encontrar tanto en Alemania como en Austria. En todos los sitios. Y yo, amigo mío, no muero por ellos ni me dejo arrancar la piel”, le advierte Giovanni a Oreste desde el tren que les ha de conducir a la frontera, justo en el momento en que llega a la estación un tren hospital cuyos silenciosos vagones, de un blanco fantasmal, contrastan con los del abarrotado convoy que está a punto de partir hacia el frente (en una magistral imagen que confronta a los jóvenes reclutas con el trágico destino que les aguarda – fotograma 2).
 
Una vez en la frontera, y tras pasar unos días en el pequeño pueblo en el que Giovanni conocerá a Constanza (Silvana Mangano), una prostituta que se gana la vida prestando sus servicios a los reclutas del destacamento, las tropas inician su avance para hacer frente al enemigo. La partida de la compañía es mostrada con un magnífico travelling que, siguiendo la marcha de los soldados, culmina con la cruda escena del fusilamiento de un espía austriaco (fotograma 3). La guerra, que hasta este momento había sido únicamente una realidad lejana, pasa dramáticamente al primer plano de la narración.
 
Ya en el campo de batalla, los episodios más dramáticos (la muerte de un joven soldado durante una escaramuza para abrir paso entre las alambradas del enemigo, o el absurdo sacrificio de un emisario que pierde la vida por hacer llegar a las trincheras un mensaje del alto mando de felicitación navideña) se alternan con otros momentos absolutamente hilarantes (encargados de establecer comunicación telefónica con el alto mando del ejército, los dos protagonistas se  conectan por error a la línea del enemigo; o el divertido episodio en el que los soldados de ambos ejércitos se disputan una codiciada gallina que campa a sus anchas por el estrecho margen de terreno que separa las respectivas trincheras).
 
Igualmente destacable es la galería de personajes secundarios que componen el destacamento: desde el teniente Gallina (Romolo Valli), un ecuánime oficial incapaz de negarse a ejercer de lector y redactor de las cartas de amor que el analfabeto Giacomazzi (Luigi Fainelli) intercambia con su amada, hasta el entrañable Bordin (Folco Lulli), un veterano soldado siempre dispuesto a hacerse cargo de las más peligrosas misiones a cambio de unas cuantas liras para poder mantener a su familia (“Tengo 5 hijos, teniente, si no me muevo un poco...”). Justamente será a raíz de la muerte de este último (junto con el teniente Gallina y la mayor parte del destacamento, tras un feroz ataque enemigo del que los dos protagonistas consiguen una vez más mantenerse alejados), cuando Oreste y Giovanni dejarán de actuar por vez primera por propio interés, cediendo las ganancias de una falsa recolecta a la viuda de Bordin (un gesto que Monicelli muestra en todo caso como hecho casi por obligación, como si la evidencia de la situación no diera lugar a otra salida, lo que finalmente no hace sino resaltar la nobleza de los personajes – fotograma 4).
 
Será el paso preliminar al gran acto heroico que protagonizara finalmente este par de magníficos granujas (justo después del último y emocionante encuentro entre Giovanni y la bella Constanza, en una sobrecogedora escena de despedida de la pareja – fotograma 5). Un acto anónimo y desprovisto de la más mínima gloria que, a pesar de su trágico desenlace y de resultar decisivo para la victoria de sus compañeros en una nueva batalla contra el enemigo, no encontrará sino la sempiterna sentencia por parte de los oficiales: “Incluso esta vez, esos dos cagones se han escaqueado”.
 
David Vericat
© cinema esencial (diciembre 2014)
 
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VÍDEOS: 
Trailer (V.O.I.)

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