Adiós a las armas
No he leído la novela homónima de Ernest Hemingway en la que se basa Adiós a las armas y, por tanto, no puedo juzgar la fidelidad de la adaptación de Borzage de la mano de sus guionistas Benjamin Glazer y Oliver H.P.
No he leído la novela homónima de Ernest Hemingway en la que se basa Adiós a las armas y, por tanto, no puedo juzgar la fidelidad de la adaptación de Borzage de la mano de sus guionistas Benjamin Glazer y Oliver H.P.
En el plano inicial de Sin novedad en el frente vemos un destacamento del ejército alemán desfilando por la calle principal de una población desde el interior de una vivienda; seguidamente, la misma escena nos es mostrada a través de los ventanales de una escuela, mientras escuchamos a un viejo profesor arengando a sus estudiantes sobre la necesidad de ir a combatir en el frente de guerra (“Dulce y apropiado es morir por la patria”). La guerra es vista como un espectáculo glorioso desde la seguridad de los edificios en la retaguardia y los jóvenes, contagiados por el exaltado discurso del profesor, salen de la escuela para dirigirse eufóricos al centro de alistamiento. Es el triunfo de lo bélico sobre la vida civil, materializado en la imagen del aula vacía mientras en el exterior la multitud vitorea a los soldados
Además de un extraordinario film de género negro, Los violentos años veinte es una magnífica crónica de una de las décadas más convulsas de la historia de los Estados Unidos, la que abarca el período entre el fin de la primera guerra mundial hasta el fatídico crack del 29, marcada claramente por la instauración de la ley seca y el auge de las bandas mafiosas que ésta trajo consigo (una cualidad, la de erigirse como fiel reflejo de un período y lugar determinados, muy característica de un género que, gracias a su capacidad transgresora, supo mostrar el lado más oscuro de la sociedad
El paso de unas botas militares sobre el barro, el rancho de comida en una enorme olla, un cuchillo cortando una hogaza de pan, una cantimplora llenándose de agua, unas manos que lían un cigarrillo con los restos de varias colillas, otras escribiendo una carta de despedida o zurciendo un botón...
Si la principal intención a la hora de crear esta página personal fue la de conseguir grabar en la memoria la esencia formal y temática de los grandes creadores de imágenes de la historia del cine, no es menos cierto que otra gran motivación es también la de descubrir alguna de las grandes obras de esos creadores que en mi caso permanecen todavía inéditas (ya sea por descuido, ya sea por tratarse realmente de películas que dormitan, todavía hoy en día, prácticamente en el anonimato).
Los títulos de presentación de Isn't life wonderful nos advierten de que nos encontramos ante una obra en la que “no hay acciones trepidantes ni melodramas desaforados”, muy alejada por tanto de las producciones de gran formato más célebres del director. Situada en la Alemania devastada tras el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, la película se centra en la lucha por la supervivencia de una familia de refugiados polacos que son trasladados a Berlín, una ciudad asolada por el hambre, la miseria y la falta de trabajo. Y es justamente ese tono alejado del gran melodrama y centrado en los pequeños detalles que describen la dura cotidianidad de la familia protagonista, lo que confiere su mayor atractivo a la película.
Admitámoslo abiertamente: dejando de lado el género de la comedia (por su natural vocación transgresora), hay grandes clásicos del cine mudo que, aun teniendo un incuestionable valor artístico, pueden provocar una digestión un tanto pesada al revisarlos un siglo después de su gestación o que requieren, cuando menos, de un ejercicio de contextualización (en cuanto a las conveniencias y normas morales de la época en que fueron creados, por ejemplo) como paso previo y necesario para su pleno disfrute.