Genial película de Buster Keaton y una de mis favoritas, no sólo de él- que es el mejor cómico de la era silente para mi gusto y uno de los más influyentes directores de todos los tiempos- sino entre todas las que he tenido ocasión de ver a lo largo de mi vida. Muy buena reseña, a la que me gustaría añadir que, a diferencia de Lloyd y otros cómicos de acción, él sí que realizó todas sus escenas peligrosas por sí mismo, por amor al arte- nunca mejor dicho-; con la sola excepción de un salto con pértiga a través de una ventana en College, que no pudo cumplimentar, pese a intentarlo numerosas veces, y que le obligó a contratar los servicios nada menos que de el campeón olímpico de la especialidad.
En la secuencia del río en La ley de la hospitalidad estuvo a punto de ahogarse, porque se rompió el cable que le sujetaba mientras era arrastrado por los rápidos, y la corriente se lo llevó de veras- la filmación del momento puede apreciarse claramente, pues se incluyó en la edición final- También en el rescate de la cascada necesitó atención médica, por la cantidad de agua que tragó, pero lo consiguió, tras dos intentos fallidos. A eso se le llama dedicación y amor por el cine.
El modelo primitivo de bicicleta que utiliza aquí lo donó al museo Smithsonian- una importante institución de los EUA- a petición de éstos, después de que vieran La ley de la Hospitalidad y comprobasen que era una reproducción absolutamente fiel del original, al igual que el precioso y simpático tren.
Coincido absolutamente con la nota/crítica. Y habiendo visto lo que quedó, coincido absolutamente con Orson Welles en que probablemente este film hubiera sido mejor que El Ciudadano. Ocurre que en Citizen Kane el control total lo tuvo Welles. Pero fuera de esta excepción, el control de las demás películas de su etapa americana (Ambersons, Sed de Mal,etc) lo tuvieron los productores de Hollywood, más interesados en aspectos comerciales que en artísticos: que el film no sea "raro", largo, etc Que el vulgo lo entienda, que vaya a verlo, que recaude money...
Benvolgut David,
Le recomiendo que se mire de nuevo Inland Empire (que descubrí ayer!) y la ponga en el lugar que se merece (desde luego, entre las 5 mejores de Lynch sin duda alguna... ). Si es que le gusta Lynch :D por que en Inland Empire encontramos seguramente el Lynch más puro, desatado.
Gracias por este pedazo de blog,
Román
No puedo objetar ninguna de las películas listadas, pero extraño "French can can". La dirección artística, la paleta de colores, ese revolotear de enaguas blancas en su exultante final...
Una película llena de momentos memorables y que me sigue atrapando cada vez que caigo en ella. La honestidad, la humanidad con la que se trata un tema tan delicado y “peligroso” en el cine como el de la infancia me siguen conmoviendo. Siempre nos quedará ese otro París: el del deseo y el castigo.
Como sabes, buscando materiales para un documental sobre el modelo educativo y laboral volví a ella y a “El apartamento” de Wilder. Me sorprendió, ya fuera del discurso fílmico, lo poco que habíamos evolucionado como sociedad. Encontré que ambas películas reflejaban con extraordinaria precisión -50 años antes- los retos a los que nos enfrentamos como sociedad en el mundo educativo y laboral. Desgraciadamente, en el aspecto social, han envejecido poco...
Felicidades por esta web extraordinaria.
Un abrazo,
Román
Un seguidor normalmente silencioso
Hay una anécdota que no sé si es verídica. En una escena, (hablo de memoria, es más o menos) Lancaster abría una cómoda en la que guardaban la ropa de cama de la familia. Lo hacía en plan nostálgico, los buenos tiempos y demás. La ropa no salía en pantalla, pero Visconti insistió en que fuera de seda natural. Y el argumento que le dio a los productores fue que aunque no saliera en pantalla se reflejaría en los ojos de Lancaster.
Destacaría también el atrevimiento de Lean en cuanto a dirección.
En el momento de la irrupción de Dolly Messiter a la mesa de los dos amantes, el personaje que habla (la misma Dolly) se queda fuera de campo a través de un travelling que acaba con un plano medio de la protagonista. La oímos a lo lejos, pero sus discursos no nos interesan y nos quedamos con los pensamientos y las inquietudes de la protagonista, subrayados por un expresionista cambio de luz. El sonido del tren hará que Myrtle vuelva a la triste realidad del café (incluida la desagradable voz y presencia de su amiga Dolly) y que la iluminación cambie una vez más, volviendo a ser "tradicional".
También el desequilibrio de la cámara (junto, como no, al pitido del tren) en la sucesiva secuencia del intento de suicidio, nos describe perfectamente el estado de animo de la protagonista, su desesperación, sin necesidad de dialogo alguno. Una vez más la iluminación refuerza este concepto, esta vez gracias a la luz de las ventanillas del tren que pasa una y otra vez sobre el rostro de la protagonista.
Estas técnicas de puesta en escena (fuera de campo, desequilibrio de cámara, manejo de la luz), hacen de 'Breve encuentro' una película muy innovadora para su época, y también precursora en cuanto a técnicas de introspección de personajes.
Saludos!
La ley de la hospitalidad
El cuarto mandamiento
Mulholland Drive
Jean Renoir
Hana-Bi (Flores de fuego)
Dersu Uzala
Los cuatrocientos golpes
Imitación a la vida
Woody Allen
El gatopardo
Breve encuentro
Ingmar Bergman