Título Original: Some Came Running / Año: 1958 / País: Estados Unidos / Productora: Metro-Goldwyn-Mayer / Duración: 136 min. / Formato: Color - 2.35:1
Guión: John Patrick & Arthur Sheekman (Novela: James Jones) / Fotografía: William Daniels / Música: Elmer Bernstein
Reparto: Frank Sinatra, Dean Martin, Shirley MacLaine, Martha Hyer, Arthur Kennedy, Nancy Gates, Leora Dana
Fecha de estreno: 18/12/1958 USA)
Como un torrente se inicia con los títulos de crédito sobre el plano de Dave Hirsh (Frank Sinatra) dormido en el interior de un autobús, a su llegada a la pequeña población de Parkman. En un asiento trasero, advertimos el escorzo de Ginnie Moorehead (Shirley MacLaine), una prostituta a la que Dave, en una noche de borrachera, invitó a seguirle en su viaje de regreso a su población natal, tras dieciséis años de ausencia, y a la que el protagonista conmina a desaparecer de su vida en el mismo momento de descender del autobús. Será una separación temporal; no en vano, en este arrebatado melodrama sobre la hipocresía y la represión imperantes en la sociedad de clase media norteamericana de la posguerra (especialmente en las poblaciones más alejadas de las grandes ciudades), Ginnie acabará irrumpiendo con una fuerza conmovedora que desbordará todos los cauces sobre los que se mueven el resto de personajes, como un auténtico torrente (una de las escasas excepciones a mi aversión a los cambios de títulos: en este caso, espléndida y bellísima imagen del personaje, mucho mejor que el original Some came running).
Ya desde su llegada a Parkman, Dave Hirsh, un escritor fracasado y alcohólico recién licenciado del ejército, se debate entre los dos mundos contrapuestos que le rodean: el de la sociedad bienpensante, representada por su hermano Frank (Arthur Kennedy), distinguido miembro de la élite económica de la población, y, sobre todo, por la joven Gwen French (Martha Hyer), una profesora de literatura de la que Dave pretende estar repentinamente enamorado (en un desesperado e inconsciente intento de acceder a una clase social que no le pertenece); y el de los outsiders, del que forman parte la prostituta Ginnie y el jugador Bama Dillert (Dean Martin), con quien Dave establecerá una estrecha relación de amistad (en una primera y espléndida secuencia de reconocimiento entre ambos personajes que Minnelli filma en un plano secuencia aprovechando el formato panorámico – fotograma 1). Justamente el de Bama Dillert será el otro personaje, junto a la prostituta Ginnie, sobre el que Minnelli hará recaer el principal peso dramático de la película, lo que evidencia claramente hacia qué lado se decantan las simpatías del director.
Esta contraposición entre los dos mundos de la película se ve perfectamente reflejada en la magnífica puesta en escena de Minnelli: mientras las secuencias en la mansión de los Hirsh, en el club social de la población o en la residencia de los French están dominadas por elegantes planos secuencia perfectamente iluminados en los que los personajes se mueven armónicamente por el espacio, los episodios que transcurren en el bar Smitty’s, en los garitos de juego o, sobre todo, en la larga secuencia final en la feria nocturna, presentan angulaciones forzadas, un montaje mucho más nervioso y una iluminación prácticamente de estilo expresionista. Hay sin embargo un único momento (absolutamente magistral) en el que Minnelli contamina la puesta en escena propia del mundo de la sociedad honorable con las formas que caracterizan el submundo de los bajos fondos: en la residencia de los French, Gwen lee el manuscrito de la nueva novela de Dave mientras el protagonista espera impaciente su veredicto en el exterior; los planos son exageradamente armoniosos, con una iluminación tamizada y una banda sonora marcada por una suave melodía de piano (un tema de estilo aséptico y academicista que estará presente en todas las secuencias románticas entre Dave y Gwen, claramente contrapuesto al arrebatado y bellísimo fragmento de violines que escucharemos en las escenas finales del protagonista con Ginnie); tras recibir los elogios de Gwen al finalizar su lectura, Dave se abalanza sobre la joven para besarla, momento que Minnelli aprovecha para, con un espectacular recurso lleno de osadía, disminuir radicalmente la iluminación hasta convertir a los dos personajes en negras siluetas sobre un fondo en absoluto blanco y negro (fotograma 2). Una espléndida plasmación del insalvable sentimiento de temor de Gwen al ser atraída hacia el oscuro mundo de lo prohibido al que Dave pertenece irremisiblemente y, por tanto, de la imposibilidad de la relación entre los dos personajes.
Ante la actitud indecisa de Gwen, Dave se echará en brazos de Bama Dillert para emprender, junto con Ginnie y la chica de Bama, Rosalie (Carmen Phillips), un recorrido en busca de los garitos de juego de la zona, hasta que en el transcurso de una partida Bama resultará herido por un navajazo a raíz de una pelea tras ser acusado de tramposo (detalle importante a retener para la escena final de la película: Bama, que no se quita nunca su sombrero - “llevar el sombrero me trae suerte, cada vez que me lo quito me pasa algo” - resultará herido justamente cuando su agresor se lo tire al suelo).
De regreso a Parkman, y a raíz de la publicación de la novela de Dave, Gwen parece dispuesta a darse una nueva oportunidad con respecto a su relación con el protagonista, pero su encuentro con Ginnie, que acude a la universidad donde Gwen imparte clase para comprobar sus sentimientos con respecto a Dave, le hacen reconsiderar definitivamente su decisión, en una demostración de intransigencia al ser incapaz de asumir que éste haya estado con Ginnie (“Nunca he sentido nada parecido por nadie. Me toca y me muero por dentro”, le confiesa Ginnie a una incomodada Gwen).
Rechazado definitivamente por la pusilánime profesora (en una secuencia en la que Minnelli nos muestra la imagen de Dave reflejada en el espejo de la alcoba de Gwen, un recurso que el director repite en diversas ocasiones a lo largo de la película, evidenciando la situación del protagonista al intentar acceder a un mundo que le es ajeno – fotograma 3), Dave regresa al apartamento de Bama para reencontrarse con Ginnie, momento con el que Minnelli nos regala la que es sin duda la mejor secuencia de la película: tras leerle su novela, Dave le pregunta a Ginnie qué le ha parecido, a lo que ésta le responde entusiasmada; cuando Dave le inquiere sobre qué es lo que le ha gustado, y ante la respuesta indecisa de Ginnie, el protagonista le recrimina no haber entendido nada, acusándola de estúpida, a lo que Ginnie le responde con una de las más sinceras y conmovedoras declaraciones de amor posibles: “No. No la he entendido, pero eso no significa que no me guste. Tampoco te entiendo a ti, pero eso no significa que no me gustes. ¡TE QUIERO. PERO NO TE ENTIENDO!” (fotograma 4).
Será el inicio de una fugaz historia de amor que se verá abruptamente cercenada con el trágico tiroteo en la feria (en un singular recurso al deus ex machina que Minnelli utiliza aquí como desencadenante de la tragedia) que acabará con el cuerpo sin vida de Ginnie en brazos de Dave. Secuencia que dará paso al emocionante plano final de la película, en el funeral de Ginnie, con la cámara desplazándose desde la imagen del sacerdote hasta la de Dave, y de éste hacia la silueta de un desconsolado Bama, el cual, esta vez sí, se despoja de su inseparable sombrero en honor a la hermosa Ginnie (fotograma 5).
David Vericat
© cinema esencial (agosto 2014)
Comentarios
Uno de los grandes melodramas
Muchas gracias por tu