Como decía Truffaut, una película que trata sobre el cine, diría yo de manera gloriosa, convirtiéndonos a todos los espectadores, en mirones alrededor del Gran Mirón que vendría a ser Jeft, (James Stewrt), de un espectáculo palpitante, que desde un pequeño espacio, (microcosmos), refleja lo complicado de nuestra psique y de las consecuentes relaciones humanas, incluidas las de Jeft, y de su novia y enfermera, quienes desde el escepticismo inicial, terminan por convertirse en cómplices de su fascinante como peligrosa "aventura", enhebrada por aquel, desde el espacio cerrado de una pequeña habitación.
Se utiliza el cine para hablar del propio lenguaje cinematográfico. Una especie de función metalingüística. Cada ventana encierra una película en potencia. Obra cumbre.
La silenciosa conciencia heroica del niño alejada de recompensa social lo convierte en un personaje subversivo no por constituir su acto de devolución del cuaderno en un ataque a los comportamientos adultos y su confrontación con ellos, en el sentido de que ningún adulto hubiera hecho lo mismo, sino más bien por una ética que es la energía que lo impulsa por las calles, a perderse, a disolverse en la oscuridad. Maravillosa y estimulante reseña de David Vericat.
Exactamente. Y transformó el "problema" en una señal de cómo abordar la película, como él mismo explica al regresar de su viaje a Palestina: "Desde el punto de vista práctico estoy desilusiionado, no he encontrado nada que me pueda servir para la película. Pero a la desilusión práctica corresponde una revelación estética". Muchas gracias por el comentario.
Pasolini, para quien los escenarios eran casi tan importantes como los actores, estuvo en Palestina buscando localizaciones para la película; pero desechó el rodaje allí porque encontró que los rostros de la gente eran ajenos a la tradición cristiana.
Así Matera (cuyos "sassi" aún estaban habitados y no eran una atracción turística promocionada por la Unesco) se convierte en Jerusalén, y la Italia del sur en el primer lugar en que Pasolini trata de apresar su imagen ideal de las sociedades agrarias tradicionales en trance de desaparición.
Un saludo
Como digo en la reseña, hay películas con las cuales parece imposible evitar un cierto sentmiento de culpa por no considerarlas como indiscutibles, y esta es, en mi caso, una de ellas ;-) Gracias por el comentario!
Por supuesto es siempre opinable colocar a una película en el tope, por encima de todas las demás. Sus logros formales son formidables, los personajes por cierto están bastante estereotipados lo cual constituye una debilidad, pero que es una constante del cine silente al no poder expresar ciertas sutilezas que sólo alcanza la palabra. Otras grandes películas del mudo como Coeur fidele de Epstein o Lirios Rotos de Griffith también se manejan con un guión simple y personajes estereotipados.
Espléndida reseña. En efecto, el final es desalentador. No hay salida para la rutina y para huir del hogar establecido. Sirk expone en esta película y más aún en Sólo el cielo lo sabe la tiranía del hogar y especialmente de los hijos, que parecen monstruosos en su egoísmo. Son películas absolutamente subversivas y brillantes.
Bueno, confieso que yo atribuí el parentesco sin comprobación previa. Pero la escena que describo en la reseña (la mirada del matrimonio Ericson cuando Hallie debe confesar que no sabe leer) delata una relación, si no de parentesco, muy próxima. En todo caso, podría ser perfectamente una hija adoptiva, o simplemente 'como una hija' para los Ericson.
Oooohhh!! Gracias! Siempre había pensado que Hallie era una trabajadora de Nora y Peter. No conocía el parentesco. Sobre mi comparación de Stoddard con Duran, el execrable, bueno, me he delatado, siempre me molestó el rol condescendiente del senador que ni siquiera consigue el favor de la prensa en su intento de redención por su mentira original ("Print the legend!"). He de decir que prefiero a Stewart cuando trabaja en los westerns de Anthony Mann
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