Título Original: The Searchers / Año: 1956 / País: Estados Unidos / Productora: Warner Bros. Pictures. / Duración: 119 min. / Formato: Color - 1.75:1
Guión: Frank S. Nugent (Novela: Alan Le May) / Fotografía: Winton C. Hoch / Música: Max Steiner
Reparto: John Wayne, Natalie Wood, Jeffrey Hunter, Ward Bond, Vera Miles, John Qualen, Olive Carey, Henry Brandon, Ken Curtis, Harry Carey Jr., Hank Worden, Walter Coy
Fecha de estreno: 16/05/1956 (Chicago, Illinois)
Si para muchos (entre los que me incluyo) John Ford es el Shakespeare del cine, no resulta demasiado osado afirmar que Centauros del desierto es en el arte del cinematógrafo el equivalente a La Odisea en la historia de la literatura (no sólo por las evidentes referencias temáticas del film al clásico literario sino, sobre todo, por la magnitud y los logros de la propia obra cinematográfica). Estamos ante un film de dimensiones extraordinarias, un western que trasciende al género para convertirse en una obra de carácter épico que se erige, medio siglo después de su creación, como un auténtico clásico de la historia del arte universal.
Pocas películas en la historia del cine tienen un inicio y un final tan extraordinarios: el plano en negro inicial que se abre a la luz exterior (fotograma 1) para mostrar la llegada de Ethan Edwards (John Wayne) al rancho de su hermano Aaron (Walter Coy), y con el que se cerrará la película dejando de nuevo al protagonista al margen de la comunidad, sirve de marco a esta historia sobre la búsqueda y el desarraigo de uno de los más complejos y oscuros héroes que nos ha dado el cine norteamericano (a la vez que supone un brillante ejercicio semiótico con el que se aísla la épica de la narración en una especie de espacio de la ficción - el desierto – separado del espacio de la realidad - el hogar: piénsese en el realismo que Ford aplica a las escenas en el interior del rancho de los Jorgensen, comparado con el particular tratamiento del tiempo y del espacio en las escenas que relatan la búsqueda del protagonista, como veremos más adelante).
“Háblanos de la guerra”, le piden los hijos de Aaron y Marta Edwards (Dorothy Jordan) a su tío Ethan mientras contemplan fascinados su uniforme militar. Y cuando éste les responde evasivo que “la guerra terminó hace tres años”, el joven sobrino le inquiere extrañado “¿Y por qué no has vuelto antes?”, a lo que Ethan responde con un elocuente silencio que deja entrever el turbio pasado del protagonista. Un pasado del que tendremos apenas algunos indicios a través de palabras y gestos de los personajes: Aaron contemplando extrañado las monedas recién acuñadas que su hermano le lanza como pago por su hospedaje; Ethan rechazando la toma de juramento por parte de Sam Clayton (War Bond) antes de salir con la patrulla tras los comanches que han atacado la granja de los Jorgensen (“Te tomaré juramento”, “No es necesario, tampoco sería legal”, “¿Por qué?, ¿te buscan por algún crimen?”); Martha acariciando la chaqueta de Ethan, bajo la indiscreta mirada de Clayton (fotograma 2), y recibiendo el afectuoso beso del protagonista antes de partir con la patrulla (uno de los muchos momentos memorables del film, magnífica muestra de la sapiencia de Ford para sugerir ideas y manejar las emociones sin la más mínima estridencia).
Tras la partida de la patrulla y el ataque de los comanches a la granja de los Edwards (una secuencia de tono claramente expresionista en la que Ford consigue transmitir la insoportable tensión de Aaron y Martha cuando perciben del peligro que les amenaza), encontramos un primer ejemplo de la particular concepción espacio-temporal que plantea la película en el espléndido plano de Ethan, después de ser consciente de la trampa en la que han caído, con la mirada perdida a lo lejos, como si pudiera observar el escenario de la matanza que está a punto de acontecer (fotograma 3 - Ford enlaza brillantemente el plano de Ethan observando el horizonte con el exterior de la granja de los Edwards bañado por las amenazantes luces del crepúsculo). Una concepción psicológica del espacio (saltándose cualquier coherencia geográfica) que se mantendrá durante la narración de la incansable búsqueda por parte de Ethan y del joven Martin (Jeffrey Hunter) de la pequeña Debie (Natalie Wood), única superviviente de la masacre secuestrada por los comanches, y que nos permitirá ver a la pareja de buscadores pasando de enormes paisajes desérticos a extensos parajes nevados (“Ese día nevó, y toda la semana siguiente”), en una imagen que magnifica (confiriéndole una esencia casi mitológica) la dificultad de la misión a la que se han encomendado.
“La encontraremos. Te lo prometo. Tan cierto como que la tierra gira”, le asegura Ethan a Martin bajo una intensa nevada, antes de dar por finalizada la primera etapa de su búsqueda y regresar a la granja de los Jorgensen. Una determinación ante la que el joven Martin (y con él, el espectador) no puede evitar estremecerse pensando en la posible reacción del racista Ethan en el momento de encontrar a Debdie: “De eso tengo miedo, de que la encuentre”, le confiesa Martin a Laurie Jorgensen (Vera Miles) justo antes de volver a partir para reiniciar la búsqueda, “He visto como se le encienden los ojos al oír la palabra comanche”.
La segunda etapa de la búsqueda, narrada de forma epistolar a través de las cartas que Martin envía a Laurie (y que la joven es obligada a leer en voz alta ante el resto de la familia, lo que da lugar a uno de los característicos intermezzos en los que el director introduce algunas escenas de humor con la finalidad de dar un pequeño descanso al espectador), finalizará con el ansiado hallazgo de Debbie, convertida en una comanche más de la tribu gobernada por el sanguinario Cicatriz (Henry Brandon). Será un primer encuentro frustrado por la negativa de la joven a abandonar a los suyos (tras el emocionante y bellísimo plano de Debbie descendiendo por la arena al encuentro de Ethan y Martin – fotograma 4) pero, sobre todo, por la salvaje reacción de Ethan empuñando su revólver hacia la joven (a la que prefiere ver muerta antes que convertida en una comanche), en una acción abortada en el último momento por el ataque de los comanches.
De vuelta al rancho de los Jorgensen, y tras un nuevo intermezzo en el que asistimos a la boda frustrada de Laurie con Charlie MacCorry (Ken Curtis), los buscadores encontrarán una última oportunidad de rescatar a Debbie con la llegada de un destacamento del ejército con la misión de llevar a cabo “una acción punitiva contra los comanches” (acción que Ford no duda en mostrar como una sanguinaria matanza de comanches a manos del glorioso ejército norteamericano, dicho sea de paso). Será, en todo caso, la última y definitiva oportunidad de remisión de Ethan, acogiendo en el último momento a la joven Debbie en sus brazos para devolverla a su hogar, antes de ser condenado de nuevo vagar por la inmensidad del desierto (fotograma 5), el lugar en el que habitan los héroes de la mitología universal.
David Vericat
© cinema esencial (mayo 2014)
Comentarios
Poesía y leyenda. Virtuosismo
La lectura de esta
Muchas gracias por tu
Buenas Tardes .
Muchas gracias a ti por tu
He visto y volveré a ver The
Muchas gracias por tu