Conspiración de silencio

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Conspiración de silencio
Director:
John Sturges

Título Original: Bad Day at Black Rock / Año: 1955 / País: Estados Unidos / Productora: Metro-Goldwyn-Mayer / Duración: 81 min. / Formato: Color - 2.55:1
Guión: Millard Kaufman / Fotografía: William C. Mellor / Música: Andre Previn
Reparto: Spencer Tracy, Robert Ryan, Lee Marvin, Anne Francis, Dean Jagger, Ernest Borgnine, Walter Brennan, John Ericson, Walter Sande
Fecha de estreno: 13/01/1955

Es posible que Conspiración de silencio no sea la mejor película de John Sturges (un director ciertamente irregular, pero con al menos un puñado de títulos más que notables, de entre las que destacaría la quizá más redonda El último tren de Gun Hill, o la sorprendente, por poco conocida, El signo de Aries), pero hay dos razones, en mi caso, que hacen de ésta una obra especialmente estimada entre todas las de su filmografía (1).
 
En primer lugar, el atractivo planteamiento de partida: un minúsculo poblado del viejo oeste perdido en medio de la nada, estancado en el pasado, al pie de una línea de ferrocarril por la que circulan trenes (imagen del progreso) que nunca se detienen; y de repente, ante la mirada atónita de sus adormecidos habitantes, un veloz tren que hace parada imprevista en la desvencijada estación y del que desciende un hombre ataviado con traje negro y un solo brazo (fotograma 1); un forastero con un propósito tan firme como enigmático, que llega para alterar la aparente tranquilidad de una comunidad que muy pronto comprendemos que vive encerrada en sí misma para proteger un secreto que parece inculpar a todos sus habitantes (2).
 
La segunda razón que hace de Conspiración de silencio una de mis películas preferidas de Sturges está contenida en una breve réplica que escuchamos de uno de los habitantes de Black Rock hacia el final de la historia: “Estábamos borrachos. Ebrios de patriotismo”, confiesa el joven Pete Wirth (John Ericson) viéndose acorralado por la actitud inquisitiva del enigmático visitante. A estas alturas, conocemos ya el motivo de la llegada del forastero a Black Rock y el secreto enterrado en las áridas tierras sobre las que se erige el miserable poblado: John J. Macreedy (Spencer Tracy), un veterano de la Segunda Guerra Mundial, acude a Black Rock para entregar la medalla honorífica que recibió a título póstumo uno de sus hombres, muerto en batalla, al padre del mismo, un granjero de origen japonés de nombre Komako. Después de visitar los restos incendiados de su granja, el protagonista descubrirá que Komako fue asesinado por los habitantes del pueblo durante una especie de aquelarre nacionalista (“borrachos de patriotismo”) liderado por el cacique del pueblo, Reno Smith (Robert Ryan), como absurda venganza por el ataque japonés a Pearl Harbor. Teniendo en cuenta que se estrena en 1955, en plena etapa de la funesta Caza de Brujas del temible Joseph McCarthy, la película adquiere aquí un nada despreciable valor (aun con el habitual trazo grueso de Sturges, director poco dado a los matices) como denuncia del nacionalismo exacerbado capaz de activar el odio de una comunidad contra el diferente (una situación que, lastimosamente, no parece haber prosperado demasiado desde entonces y hasta nuestros días).
 
Otro de los atractivos de la película es su inteligente uso del formato scope (por suerte, la versión finalmente distribuida a pesar de que, según parece, se previó una alternativa en formato 4:3 a petición de los ejecutivos de la MGM), con el que Sturges se puede permitir el lujo de mostrar en un único plano el minúsculo pueblo de Black Rock en medio del vasto desierto en el que se encuentra (fotograma 3 - reforzando su situación de aislamiento, de lugar ubicado en medio de la nada), o reunir a los principales personajes con los que va a interactuar Macreedy en una imagen que enfatiza el estatismo de sus habitantes (fotograma 4). Es igualmente interesante la distribución espacial del pequeño poblado, cruzado por la larguísima via de tren que separa la pequeña cárcel en la que tiene su miserable despacho el sheriff de la localidad, Tim Horn (Dean Jagger), del resto de edificaciones: a un lado de la via, la (paupérrima y solitaria) imagen de la ley y el orden; al otro, el pequeño reino controlado por Reno Smith, al que ninguno de sus habitantes, salvo el viejo Doc Velie (Walter Brennan), se atreve a enfrentarse (3). Sturges plasma ya al principio de la película esta situación, de nuevo aprovechando el formato panorámico, con un plano en el que vemos a Doc Velie caminando hacia la cárcel (hacia la izquierda de la imagen), en sentido contrario al resto de personajes liderados por Reno Smith, que se desplazan hacia el otro lado de la población (a la derecha de la imagen – fotograma 5).
 
Ese “resto de personajes”, aparte de Smith, el viejo Velie y el sheriff Tim, se reduce a un puñado de los habitantes de Black Rock: los dos matones de Smith, Coley Trimble (Ernest Borgnine) y Hector David (Lee Marvin), los hermanos Pete y Liz Wirth (Anne Francis), y el encargado de telégrafos, Mr. Hastings (Russell Collins). Todos ellos, a la vez cómplices y prisioneros del silencio impuesto por Reno Smith. “No quiero involucrarme”, arguye la joven Liz; “trato de no meterme en lo que no me incumbe”, se defiende Doc Velie ante los intentos de Macreedy por descubrir lo que sucedió con el granjero Komako.
 
La determinación del recién llegado será crucial para acabar desentrañando la verdad. Una determinación que se puede apreciar en cada uno de sus gestos y movimientos, en su actitud impasible ante las amenazas de los habitantes de Black Rock, en su expeditiva reacción para reducir al matón Coley sirviéndose de su único brazo ante la atónita mirada de sus compinches (fotograma 6 - antes, hemos visto a Macreedy reaccionar ágilmente para recoger al vuelo una botella que está a punto de estrellarse en el suelo – fotograma 7 -, lo que da credibilidad a la contundencia con que posteriormente repele el ataque de su adversario), o en la ingeniosa estrategia que utilizará durante su enfrentamiento final con Reno Smith.
 
En este sentido, el trabajo de Spencer Tracy resulta especialmente relevante (teniendo en cuenta que tuvo que contrarrestar el hecho de que su edad era a todas luces bastante mayor que la del personaje que debía encarnar). Su interpretación, de una sobriedad encomiable, es una de las mayores bazas de la película y le supuso el reconocimiento como mejor actor en el Festival de Cannes de 1955.
 
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(1) Que el propio Sturges tenía como su preferida.
 
(2) Cabe mencionar que el arranque con las imágenes del tren surcando el desierto a toda velocidad fueron añadidas a la película tras unos primeros pases de prueba en los que el público mostró su desagrado con el inicio original (focalizado en los habitantes de Black Rock que ven llegar el convoy). Y como curiosidad, señalar que la espectacular toma frontal de la locomotora avanzando sobre las vías se consiguió rodando la parte trasera del tren desde un helicóptero y pasando posteriormente las imágenes en sentido inverso (fotograma 2).
 
(3) No parece muy descabellado pensar que Lars Von Trier tuvo en mente la película de Sturges a la hora de concebir su personal aproximación al paisaje norteamericano: el esquematismo espacial del escenario, la reducción de personajes a la esencia, y el tema de una comunidad cerrada a la que llega un personaje del exterior para dinamitar su aparente armonía son elementos de Conspiración de silencio que Trier llevó al límite en Dogville.
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David Vericat
© cinema esencial (agosto 2019)

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Comentarios

«Conspiración de silencio» funciona como un western: un poblado apartado y mísero, un cacique local, sus matones. Y el héroe que llega y en vez de esgrimir un colt maneja con soltura su único brazo útil. Se trata de hacer justicia y de defender a los justos, como también en «El último tren a Gun Hill» y «Los siete magníficos». Mi película preferida de John Sturges es «The Great Escape» («La gran evasión»), de excelente ritmo, emoción y aventura.

Para mí "El último tren de Gun Hill" supone la cumbre de la mejor etapa de Sturges, y con "Los siete magníficos" se inicia su declive. Ésta y "La gran evasión" funcionan muy bien como lujosos productos de entretenimiento, pero están muy lejos de las mejores obras de Sturges, desde mi punto de vista. Gracias por el comentario!

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