Manhattan

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Manhattan
Director:
Woody Allen

Título Original: Manhattan / Año: 1979 / País: Estados Unidos / Productora: United Artists / Duración: 114 min. / Formato: B/N - 2.35:1
Guión: Woody Allen, Marshall Brickman / Fotografía: Gordon Willis / Música: George Gershwin
Reparto: Woody Allen, Diane Keaton, Mariel Hemingway, Michael Murphy, Meryl Streep, Anne Byrne, Karen Ludwig, Michael O'Donoghue, Wallace Shawn
Fecha de estreno: 18/04/1979 (NY)

“Una idea para una historia corta sobre gente de Manhattan, que está creando constantemente problemas reales, innecesarios, neuróticos para ellos mismos porque les evita tratar otros temas más insolubles, aterradores, sobre el universo”
 
Las palabras que dicta Isaac (Woody Allen) en su magnetófono, después de que Mary (Diane Keaton) decida poner punto final a su efímera relación, son un fiel exponente de dos de los puntos comunes que encontramos en buena parte de la filmografía del cineasta: por un lado, el marco espacial de la ciudad de Nueva York, y más concretamente Manhattan (antes de que el cineasta se embarcara en el penoso periplo cineturístico de su etapa actual), y por el otro, los problemas derivados de las complejas relaciones sentimentales de sus habitantes, casi siempre personajes de clase media-alta que, teniendo las necesidades básicas plenamente colmadas, parecen empeñados en complicarse la existencia a base de conflictos sentimentales, (se diría que) para evitar el desasosiego que les podría producir enfrentarse a las grandes cuestiones existenciales de la humanidad. (Hay un tercer punto o tema muy presente en la obra de Allen, centrado justamente en el tratamiento de esas cuestiones trascendentales, que ha dado lugar a no pocos intentos fallidos – desde la infumable Recuerdos hasta las estimables Interiores u Otra mujer -, pero también a magníficos films como Match Point o El sueño de Casandra, y a una obra maestra como Delitos y Faltas).
 
Con respecto a los dos primeros puntos citados, no cabe duda que Manhattan, junto a la también espléndida Annie Hall, se sitúa en la cumbre de la filmografía de Allen (paradójicamente a pesar de las enormes dudas que experimentó el director justo al terminar el film, hasta el punto de ofrecerle a la productora filmar gratis su siguiente película si aceptaban no exhibir Manhattan): desde la impresionante obertura con las imágenes de Nueva York al ritmo de la Rhapsody in Blue de George Gershwin (fotograma 1), hasta el bellísimo plano de la pareja protagonista observando el amanecer bajo el puente de Brooklyn (“Es una ciudad fantástica. No me importa lo que opine otra gente. Es algo especial”, le confiesa Isaac a Mary, en una imagen que se ha convertido ya en un icono de la ciudad – fotograma 2), el film es una constante declaración de amor a un escenario íntimamente ligado a la memoria vital y sentimental del director (lo que lo sitúa a años luz de las lamentables postales turísticas que encontramos en su filmografía más reciente) hasta el punto de erigirse como un protagonista más de la historia. Cafés, cines, avenidas, apartamentos, estudios de televisión, centros comerciales, librerías, taxis, el Central Park, el MOMA, la ópera, el planetario… la cámara de Allen sigue a los personajes en constantes travellings a lo largo de los diversos escenarios que conforman su hábitat natural, y lo hace no de manera afectada ni forzada, sino con la naturalidad del autor que conoce a la perfección el terreno que pisa, una facultad que redunda en la sensación de verdad que transmite cada una de las secuencias del film.
 
Con este planteamiento, Allen construye la historia alrededor de unos personajes que condicionan sus relaciones sentimentales con las dudas, miedos y frustraciones acumuladas a lo largo de su experiencia vital (algo de lo que queda al margen y que distingue precisamente a la joven pareja del protagonista, Tracy - Mariel Hemingway –, del resto de personajes): desde el propio Isaac, un guionista de televisión angustiado por el libro que su exesposa (Meryl Streep) acaba de publicar sobre su frustrada relación de pareja, hasta el matrimonio formado por Yale (Michael Murphy) y Emily (Anne Byrne Hoffman), una pareja que afronta la madurez de su relación con los conflictos e inapetencias inherentes a esta etapa, pasando por la insegura Mary, con quien Yale mantiene una relación extramatrimonial.
 
“No deberías pedirme consejo. En lo que concierne a relaciones soy el ganador del premio August Strindberg”, le espeta irónico Isaac a su amigo Yale justamente cuando éste le confiesa por primera vez su aventura con Mary. Consecuentemente (y después de un primer encuentro en el que Isaac acaba completamente desquiciado por la actitud pedante de ésta), el protagonista acabará enamorándose de Mary y (tan pronto como ésta rompa con Yale) abandona a la joven Tracy para iniciar una fugaz relación que terminará cuando Yale reaparezca en la vida de Mary.
 
Hay dos momentos especialmente memorables para describir el proceso de acercamiento entre Isaac y Mary: el ya mencionado en el puente de Brooklyn (después de un segundo y casual encuentro de los dos personajes durante una velada en el MOMA), y la secuencia en el planetario, en donde la pareja se refugia tras ver interrumpido su paseo por una violenta tormenta, y que dará lugar a las fascinantes imágenes con los personajes literalmente deambulando entre planetas y constelaciones de estrellas, en una hermosa plasmación del intangible y mágico instante en el que se inicia el enamoramiento (fotograma 3).
 
Pero la relación se nos muestra muy pronto condenada al fracaso, tal como evidencia Allen en los planos de la pareja en el apartamento de Isaac, claramente distanciados por la composición dela imagen (fotogramas 4a y 4b), justo antes de que Yale reaparezca en la vida de Mary y ésta decida retomar su antigua relación abandonando a Isaac.
 
“Bueno, seamos optimistas, ¿por qué merece la pena vivir? Para mí… Groucho Marx, Willie Mays, el segundo movimiento de la Sinfonía de Júpiter, y el Patato Head Blues de Louis Armstrong. Por supuesto la películas suecas, La Educación sentimental de Flaubert, Marlon Brando, Frank Sinatra, esas manzanas y peras tan increíbles de Cezanne, los cangrejos que te ponen en Sam Wo, la cara de Tracy…”, dicta un desconsolado Isaac a su magnetófono antes de salir corriendo para tratar en vano de impedir que Tracy tome su avión a Londres aprovechando una beca de estudios. Y la cámara sigue la carrera del protagonista en un último travelling a través de las calles de Manhattan (fotograma 5), al encuentro de la juventud definitiva e inexorablemente perdida.
 
David Vericat
© cinema esencial (julio 2014)
 
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VÍDEOS: 
Trailer (V.O.I.)

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