cine alemán

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Vampyr, la bruja vampiro

"Esta historia es sobre las extrañas aventuras de Allan Gray, que se vio inmerso en el estudio del vampirismo y del satanismo. Preocupado por las supersticiones del siglo pasado, se coinvirtió en un soñador para el que la línea entre lo real y lo sobrenatural estaba borrosa. Uno de sus paseos sin rumbo le llevó una noche a una posada junto al río en un pueblo llamado Courtempierre"

 

 

La caja de Pandora

Aun con el título de la segunda de las obras del díptico de Frank Wedekind, La caja de Pandora se basa de hecho en las dos piezas que el dramaturgo alemán dedicó al personaje de Lulu: El espíritu de la tierra (1985) y la homónima La caja de Pandora (1904); o más propiamente en la mitad de la primera y la totalidad de la segunda, circunstancia que confiere a la película una de sus primeras peculiaridades.

Fitzcarraldo

Basada muy libremente en la epopeya real de Carlos Fermín Fitzcarrald, un comerciante cauchero peruano que en 1894 transportó su lancha a vapor a través de un varadero de más de diez quilómetros de selva entre los ríos Tambo y Urubamba para llegar a una zona de grandes bosques de caucho inaccesible por cualquier otro medio, resulta difícil no ver en Fitzcarraldo un regreso a la epopeya alucinada de Aguirre, la cólera de Dios, con las imágenes de sus respectivas expediciones atravesando la selva amazónica a la conquista de una quimera que se presenta desde el inicio como inalcanzable.

El último

Uno de los tópicos más repetidos y comúnmente extendidos sobre el  cine mudo alemán es el encasillar todas las grandes obras de ese periodo dentro de la etiqueta tan sobre utilizada de “cine expresionista”, de forma que resulta casi inevitable a la hora de afrontar un filme de ese periodo el referirse al término, y rascar de alguna manera sus influencias expresionistas por mucho que la película se resista a amoldarse a esa definición. Esta aproximación no solo es reduccionista sino que hace un flaco favor al que es uno de los periodos más interesantes de la historia del cine, caracterizado precisamente por la variedad de estilos que se hicieron presentes en la gran pantalla. Y de hecho es esta amalgama de influencias uno de los rasgos más remarcables de El último, una de las obras cumbre de esta etapa.

Todos nos llamamos Alí

Desde la primera imagen de Emmi (extraordinaria Brigitte Mira), de pie en la entrada del bar de Barbara (Barbara Valentin) adonde llega para guarecerse de la lluvia, bajo la inclemente mirada del resto de clientes desde el otro lado del local (fotograma 1), percibimos la extrema soledad de la protagonista de Todos nos llamamos Alí (desafortunado título español que nada tiene que ver con el original Angst essen Seele auf – Cuando el miedo se come el alma).
 

Un año con trece lunas

El 31 de mayo de 1978, fecha del decimotercer aniversario de Rainer Werner Fassbinder, Armin Meier, joven actor y amante del director, se suicida tomándose un cóctel de somníferos y alcohol, tras cuatro años soportando el despótico trato de Fassbinder y después de que éste le escribiera una carta dando su relación por terminada y ofreciéndole una asignación mensual y el apartamento que habían compartido en Munich.

Alicia en las ciudades

Philip Winter (Rüdiger Vogler) es un periodista que viaja por los Estados Unidos en busca de una historia. Cargado con su bloc de notas y una vieja polaroid, toma apuntes y fotografías de los lugares y personas con las que se cruza (fotograma 1), sin encontrar nada que le permita fijar el rumbo en una dirección determinada: “Fue un viaje horrible. Perdí completamente las referencias. Pensé que podría continuar así siempre.

En el curso del tiempo

Mis personajes no van a ninguna parte, quiero decir que no es importante para ellos llegar a ninguna parte. Lo que es importante es tener el 'punto de vista' correcto, el estar en camino. Estar en marcha es su aspiración. A mí también me gusta mucho eso, no 'llegar' sino 'ir'. Eso es lo importante para mí, estar en movimiento”
Wim Wenders
 

Aguirre, la cólera de dios

“Los indios inventaron la leyenda de la tierra del oro, El Dorado, que estaría en los barrizales de las fuentes del Amazonas. A finales de 1560, partió desde la altiplanicie peruana una gran expedición española a las órdenes de Gonzalo Pizarro. El único testimonio de ella, que desapareció sin dejar rastro, es el diario de Fray Gaspar de Carvajal.”
 

El cebo

Una coproducción entre la España de la década de los cincuenta, la República Federal Alemana y Suiza, dirigida por un cineasta de origen húngaro establecido en la cinematografía española tras un periplo por diversos países europeos, y autor de una filmografía con obras tan castizas como Doña Francisquita, Tarde de Toros o Marcelino Pan y Vino, no presentaba a priori los ingredientes más alentadores para llevar a buen puerto la historia del psicópata asesino de niñas que tiene aterrorizados a los habitantes de un pequeño cantón suizo.

Nosferatu

Nosferatu, primera adaptación al cine que ha llegado a nosotros de la novela Drácula de Bram Stoker, pasa por ser una de las cumbres del expresionismo, aunque, en sentido estricto, su relación con ese movimiento sea escasa. Particularmente, la veo muy ligada con el espíritu romántico, pero no demasiado con el expresionismo propiamente dicho.

París, Texas

La imagen inicial es tan chocante como fascinante: un hombre (Harry Dean Stanton) ataviado con raídos traje, camisa, corbata y gorra roja avanza a través de un inmenso paisaje desértico (fotograma 1). La mirada extraviada, el cuerpo rígido, tan solo activadas las piernas, que parecen articularse de manera autónoma, como con un resorte mecánico.