La noche del cazador
"Desconfiad de los falsos profetas que se cubren con pieles de cordero, pero que en su interior son lobos furiosos. Por sus actos les conoceréis."
"Desconfiad de los falsos profetas que se cubren con pieles de cordero, pero que en su interior son lobos furiosos. Por sus actos les conoceréis."
Resulta cuando menos insólito que una obra como La brujería a través de los tiempos sea la película más cara de la historia del cine mudo escandinavo (producido por Svensk Film, el filme tuvo un coste final de cerca de dos millones de coronas), no tanto por su temática sino, sobre todo, por el formato propuesto por su director, Benjamin Christensen, abordando el tema de la brujería desde una visión muy próxima al cine documental.
El manantial de la doncella se abre con la imagen de Ingeri (Gunnel Lindblom) avivando el fuego para preparar el desayuno en la granja de Töre (Max von Sydow). Con la hoguera encendida, y tras la irrupción de los primeros rayos de sol en la estancia, la joven invoca a Odín, el dios pagano, mientras que en la alcoba de Töre, la esposa Marëta (Birgitta Valberg) reza ante la imagen del Cristo en la cruz y hace penitencia vertiendo sobre sus muñecas la cera caliente de un cirio.
“Me tomó el ángel de Dios, y el del infierno
gritaba: ¡Eh, tú, del Cielo! ¿por qué me privas?
Tú de éste te llevas lo eterno
por una lagrimita me lo quitan”
Ma nuit chez Maud se rueda en 1969, primera película de Rohmer tras la primavera del 68, aquel movimiento que invocó la ruptura y la libertad y terminó devorado por sus propias ambiciones, convirtiendo en verdaderos burgueses de nuevo cuño a la mayoría de sus ideólogos y partícipes.
Se compara en ocasiones Luz silenciosa con Dreyer como si el film mexicano debiera, ya que imita en forma al cineasta danés, continuar con la apología de lo místico que se hacía en Ordet. Pero el elemento religioso no está tratado en Luz silenciosa como un fin en sí mismo, sino más bien como contexto.
“Lo que busco en mis películas, lo que quiero obtener, es penetrar hasta en los pensamientos más profundos de mis actores a través de sus expresiones más sutiles. Porque esas expresiones desvelan el carácter del personaje, sus sentimientos inconscientes, los secretos que reposan en las profundidades de su alma”
Carl T. Dreyer
Comentar cualquier película de Buñuel es un desafío, porque las propias películas se explican con una claridad que hace inútil cualquier paráfrasis; una claridad de cristal de roca, compatible con la ambigüedad y la poesía. Cuando quiere ser ambiguo, Buñuel expone con toda precisión esa ambigüedad, y cuando pretende lanzar la película a otra dimensión, más allá de la progresión del relato, lo hace de manera fulgurante, con un solo detalle: en Nazarín se pueden citar como ejemplos el parpadeo alucinado de Beatriz, la imagen onírica del Cristo que se ríe a carcajadas ante Andara, o los tambores del Viernes Santo de Calanda que acompañan la escena final.
“Casi todos mis personajes sufren un desengaño y luego cambian, sea para bien o para mal. Es el tema del Quijote a fin de cuentas. Un sueño de locura y finalmente el retorno a la razón"
Luis Buñuel
El significado o intención de los actos no se registra a priori por el guion o la forma cinematográficas sino que se revela o se descubre en el devenir de la filmación. Puede suceder o no suceder, pero es el sentido del acto de filmar. Robert Bresson es el cineasta aventurero. Aventura no como tema que se plasma en la película para etiquetarla en un género sino aventura en el terreno del medio y fin cinematográficos. Aventura real y no aventura exhibida y fotografiada.