metacine

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Mulholland Drive

Hacer una película es algo subconsciente. Las palabras se cruzan en el camino. El pensamiento racional se cruza en el camino. Y puede hacerte parar en seco. Pero cuando, de otra parte, surge como una especie de corriente pura, el cine tiene una manera grandiosa de dar forma al subconsciente. Es un lenguaje estupendo para eso
David Lynch
 

El último tango en París

Los rostros desfigurados de las pinturas de Francis Bacon que aparecen en los créditos iniciales de El último tango en París son premonitorios del mundo en descomposición por el que transita el protagonista, Paul (Marlon Brando). Un universo habitado por seres en proceso de degradación, tal como se evidencia en las siluetas distorsionadas que se nos muestran constantemente a través del lienzo deformante de espejos rotos y cristales translúcidos (fotograma 1 - una imagen que se erigirá en leitmotiv de la película).

Arrebato

“Esta misma mañana te enviaré las películas y esta grabación. Si ocurre lo que imagino nadie te mandará la última película. Tendrás que venir tú a por ella”

 

Ed Wood

De entre las muchas virtudes que encontramos en los grandes creadores de la historia del arte, talento y pasión son seguramente dos de las condiciones indispensables. Artistas con talento y sin pasión los hay a raudales: de ellos nos llegan las obras más academicistas, bajo formas de expresión acomodaticias y carentes del más mínimo riesgo.

El fotógrafo del pánico

¿Por qué Mark Lewis mata mediante la intercesión de una cámara y no con sus propias manos o con un artilugio convencional? La presencia de la cámara es el medio que corresponde al móvil del homicidio: la accesión al pánico de la víctima en el tránsito a su muerte. Una pata del trípode en que se sustenta la cámara se convierte, al sacar su protección, en un estilete punzante que penetra en la garganta de la víctima, mientras que el acto es simultáneamente filmado por Mark (Karlheinz Böhm, en un registro parecido al primer y esquivo Dirk Bogarde de los films de Basil Dearden y Ralph Thomas).

El desprecio

La misma trama opera a varios niveles. Una historia de desamor que se vincula con la integridad del artista y con la propia obra adaptada (La Odisea) en ese “cine dentro del cine“ (el triángulo amoroso protagonista evoca a Ulises, Penélope y Poseidón).

El moderno Sherlock Holmes

Que el de la comedia es un género muy serio es un hecho palpable desde los inicios del cinematógrafo, cuando los hermanos Lumière deciden pasar de sus primeras cintas documentales (tras la fundacional La salida de los obreros de la fábrica, 1985) al cine de ficción precisamente con un título de género cómico (El regador regado, 1895), si no la primera, sí la más popular entre las primeras películas de ficción de la historia del cine.
 

En el curso del tiempo

Mis personajes no van a ninguna parte, quiero decir que no es importante para ellos llegar a ninguna parte. Lo que es importante es tener el 'punto de vista' correcto, el estar en camino. Estar en marcha es su aspiración. A mí también me gusta mucho eso, no 'llegar' sino 'ir'. Eso es lo importante para mí, estar en movimiento”
Wim Wenders
 

Fellini, ocho y medio

Ocho y medio no existe (no es tangible). Es de naturaleza volátil. Es un sueño vertido desde el insomnio. Y es un adulto que cohabita en un niño. A veces falta la respiración, otras se excede en ella. Guido Anselmi (Marcello Mastroianni) sólo es corpóreo en tanto que sueña. Y sólo se acerca a su yo cuando, protagonista de su sueño, accede a su sensibilidad. La angustia del suelo, en una autopista cerrada de coches, como una cueva mecánica, le hace levitar por el aire (fotograma 1). Escapismo a los cielos.

La última orden

En estos tiempos de escasez de ideas en los que tanto abundan las segundas y terceras versiones (los tan desprestigiados remakes), no sólo de algunos de los grandes clásicos (que la pereza de gran del público mantiene en el más oscuro de los olvidos) sino incluso de peliculitas rodadas hace apenas un par de décadas (¡que esa misma parte del público ya debe considerar antiguas!), es sorprendente que no exista todavía (o al menos yo no lo he sabido encontrar) un remake de una filme como La última orden, teniendo en cuenta la originalidad e ingenio de su pro

Cautivos del mal

Cautivos del mal arranca con un majestuoso travelling de una grúa en un enorme plató de cine (fotograma 1), la imagen en plano general retrocede ante el avance del equipo de rodaje hasta llegar a un plano corto del director Fred Amiel (Barry Sullivan) en el momento en que le pasan una llamada de Jonathan Shields (Kirk Douglas), llamada que el director rechaza con evidente satisfacción, al igual que posteriormente harán la actriz Georgia Lorrison (Lana Turner) y el escritor James Lee Bartlow (Dick Powell).
 

El crepúsculo de los dioses

“Pobre imbécil, siempre quiso una piscina. Al final consiguió su piscina, pero a un precio demasiado alto”
 
Quien así habla de sí mismo es el cadáver de Joe Gillis (William Holden), que encontramos al inicio del film flotando en la piscina de una gran mansión de Los Ángeles. Una voz en off mediante la cual el protagonista nos narrará la trágica historia de sus últimos seis meses de vida ofreciéndonos de paso una de las más despiadadas visiones de Hollywood que se haya rodado jamás desde la misma fábrica de sueños.